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    Mexicanos en Nueva York desafían el frío y al ICE para honrar a la Virgen de Guadalupe

    Centenares de mexicanos se congregaron en Nueva York para rendir homenaje a la Virgen de Guadalupe, patrona de México, en una celebración marcada por la fe, la identidad y el contexto migratorio adverso en Estados Unidos. A pesar de las bajas temperaturas y del temor generado por las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), la comunidad mexicana salió a las calles para participar en procesiones, misas y actos culturales que cada año reafirman su vínculo espiritual y cultural con la Guadalupana.

    La conmemoración incluyó danzas prehispánicas, música tradicional, flores y oraciones, así como la presencia de imágenes de la Virgen portadas por los fieles en estandartes, ropa y altares improvisados. Para muchos asistentes, la celebración no solo representa un acto religioso, sino también una expresión de resistencia comunitaria frente al clima de incertidumbre migratoria que se vive en Estados Unidos.

    Desde temprana hora, los participantes se reunieron en distintos puntos de la ciudad para acompañar las procesiones y asistir a la misa celebrada en la catedral de San Patricio, uno de los espacios más emblemáticos de la Gran Manzana. Ahí, el altar dedicado a la Virgen de Guadalupe se vio cubierto de flores, principalmente rosas, mientras mariachis acompañaban el acto litúrgico.

    La Antorcha Guadalupana y la participación juvenil

    Uno de los momentos centrales de la jornada fue la llegada de la Antorcha Guadalupana a Central Park, como parte de la tradicional carrera de relevo que se celebra desde hace 24 años. Esta iniciativa, organizada por la asociación Tepeyac, busca llevar un mensaje de fe, esperanza y unidad entre las comunidades migrantes.

    La antorcha partió el 30 de agosto desde la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, encabezada por grandes imágenes de la Virgen y de Juan Diego. El recorrido atravesó nueve estados mexicanos antes de cruzar el río Bravo en Camargo, Tamaulipas, para internarse en Estados Unidos y continuar su trayecto hasta Nueva York.

    Este año, el evento registró una notable participación de jóvenes, muchos de ellos hijos de migrantes nacidos en Estados Unidos. Ante el temor de posibles redadas, fueron ellos quienes decidieron correr y acompañar la antorcha en representación de sus padres y de miles de migrantes indocumentados.

    De acuerdo con los organizadores, cerca de 8,000 personas participaron a lo largo de los casi 5,000 kilómetros del recorrido. Entre ellas destacó Lucía Romero, de 67 años, quien ha portado la antorcha durante 15 años consecutivos como parte de una promesa personal tras la muerte de su hijo.

    Fe frente al miedo migratorio

    El contexto político marcó la celebración. Joel Magallán, director de la organización Tepeyac, explicó que el evento estuvo en riesgo de cancelarse debido al temor expresado por muchos mexicanos ante las redadas impulsadas por la Administración del presidente Donald Trump. Sin embargo, la respuesta de la comunidad, especialmente de los jóvenes, permitió que la conmemoración se realizara.

    Durante los actos en Central Park, se escucharon consignas como “¡Viva la Guadalupe! ¡Viva el indio Juan Diego! ¡Viva México!”, mientras los asistentes se acercaban a la imagen de la Virgen, se arrodillaban y oraban en silencio.

    Adolfo, un joven indocumentado de 20 años que acudió por primera vez, afirmó que no teme a las acciones del ICE debido a su fe. “Que sea lo que la virgencita y Dios diga”, expresó. En tanto, Ángel López, capitán de la carrera, acudió acompañado de sus padres indocumentados y reconoció sentir preocupación por ellos, aunque aseguró confiar en la protección espiritual de la Virgen.

    Según la asociación Tepeyac, los objetivos de la Antorcha Guadalupana incluyen visibilizar la realidad de los migrantes, fortalecer la conexión espiritual con la Virgen de Guadalupe, honrar la cultura mexicana y promover un mensaje de unidad entre los pueblos.

    La jornada concluyó con la despedida de la imagen de la Virgen frente a la catedral de San Patricio, acompañada por la Danza de los Matachines, ante la mirada de neoyorquinos y turistas. Para la comunidad mexicana, la celebración reafirmó que, incluso lejos de casa y en medio de la presión migratoria, la fe y la identidad siguen siendo un refugio colectivo.

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