El Kremlin confirmó este domingo el lanzamiento de un misil hipersónico “Zircon” en el mar de Barents, durante las maniobras militares conjuntas “Zapad-2025” con Bielorrusia. El proyectil fue disparado por la Flota del Norte contra un objetivo simulado, que según el Ministerio de Defensa ruso fue destruido con un impacto directo. Para la operación, Moscú cerró previamente la zona al tráfico marítimo y aéreo civil, en un movimiento que refuerza la narrativa de capacidad militar avanzada en medio de la prolongada guerra contra Ucrania.
El ejercicio ocurre en un momento de máxima tensión, tras la reciente incursión de drones rusos en el espacio aéreo de Polonia, incidente que llevó a aviones europeos a interceptar los aparatos y obligó a la OTAN a reforzar su presencia en el flanco oriental. Varsovia advirtió que no tolerará más provocaciones, mientras que cerca de 50 países miembros de la ONU expresaron su preocupación por estas operaciones.
Moscú endurece su mensaje mientras fracasan los intentos de negociación
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que las maniobras no se dirigen contra ningún país en particular, sino que responden a la cooperación con Bielorrusia, a la que calificó como “aliado estratégico”. Sin embargo, el despliegue de tropas y armamento a escasos kilómetros de la frontera polaca mantiene en alerta a Europa, especialmente a los países bálticos. Para la OTAN, se trata de un claro recordatorio de que Moscú continúa apostando por la presión militar como forma de negociación.
En paralelo, las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania permanecen bloqueadas. Desde julio no ha habido avances sustanciales, pese a los esfuerzos internacionales. El presidente ruso, Vladimir Putin, mantiene su ofensiva con el objetivo de consolidar posiciones en Donetsk y Kharkiv. Analistas consultados por medios internacionales señalan que el Kremlin podría extender la campaña bélica hasta 2026, cumpliendo así cinco años de guerra abierta.
Estados Unidos intenta mediar. El presidente Donald Trump presionó para que en agosto se celebrara una cumbre en Alaska, pero el encuentro no logró una tregua. La única concesión fue la confirmación de que Sergei Lavrov, ministro de Exteriores, encabezará la delegación rusa en futuras rondas de diálogo. Washington, sin embargo, mantiene una postura firme: no ofrecerá garantías de seguridad a Ucrania ni desplegará tropas occidentales sin un consenso bipartidista en el Congreso.
El impacto regional de las maniobras ‘Zapad-2025’
Las operaciones conjuntas entre Rusia y Bielorrusia no son nuevas: se celebran cada cuatro años bajo el nombre de “Zapad”. Sin embargo, en 2025 adquieren un significado distinto. A diferencia de ediciones previas, estas prácticas ocurren con la guerra en curso y con la OTAN desplegando refuerzos. El polígono militar Borísovski, situado a menos de 500 kilómetros de Polonia, fue escenario este fin de semana de ejercicios destinados a “bloquear y eliminar” a grupos enemigos. Participaron bombarderos Tu-22M3, unidades de la Flota del Báltico y sistemas de defensa costera.
El Ministerio de Defensa ruso aseguró que los entrenamientos demuestran la capacidad de respuesta rápida ante cualquier escenario. No obstante, en la práctica incrementan el riesgo de incidentes fronterizos con países miembros de la Alianza Atlántica. A la inquietud militar se suma la política: la Unión Europea anunció que no reconocerá las elecciones celebradas por Rusia en Crimea este domingo, decisión que añade presión diplomática al Kremlin.
En el terreno militar, Rusia presume haber conquistado 3.500 kilómetros cuadrados desde marzo, pero sin victorias en bastiones estratégicos como Pokrovsk y Kostiantinivka. Ucrania, debilitada por la falta de reservas, admite que enfrenta una relación de fuerzas desfavorable de hasta seis soldados rusos por cada uno ucraniano en algunas zonas del frente.
El desenlace de las maniobras “Zapad-2025” será seguido con atención por Europa y Estados Unidos. Aunque el Kremlin insiste en que no busca escalar el conflicto, la demostración de fuerza con un arma hipersónica envía un mensaje claro: Moscú mantiene la iniciativa militar y no cede terreno en sus objetivos estratégicos.
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