El Ejército de Israel confirmó este domingo que sus tanques ya están entrando en la ciudad de Gaza, una ofensiva que busca tomar la capital gazatí y desplazar a su población de más de un millón de habitantes. La operación, denominada “Carros de Gedeón II”, fue anunciada tras dos semanas de intensos preparativos militares y bombardeos previos que, según el gobierno gazatí, han forzado a 270,000 personas a huir hacia el sur. El Ejército israelí eleva la cifra a 480,000 desplazados.
En un comunicado, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aseguraron que la 36ª división inició el ingreso al territorio urbano después de atacar “decenas de objetivos terroristas” para separar la zona de combate y abrir paso a la entrada terrestre. La acción fue respaldada con imágenes de tanques israelíes difundidas por los canales oficiales.
Ofensiva intensificada y cifras de víctimas crecientes
Desde el martes pasado, las fuerzas israelíes anunciaron el inicio de la operación terrestre en la capital de Gaza, en cumplimiento de las órdenes del primer ministro Benjamín Netanyahu emitidas a mediados de agosto. La entrada de tropas estuvo precedida por intensos bombardeos aéreos y de artillería que, según fuentes palestinas, han provocado entre 50 y 100 muertes diarias.
El Ministerio de Salud gazatí reporta más de 65,200 fallecidos desde el inicio de la ofensiva, incluidos más de 19,000 niños. En paralelo, la ONU, ONG humanitarias y gobiernos extranjeros han calificado la operación como un “posible genocidio”, denunciando la magnitud de las bajas civiles y la devastación en la Franja.
Reacciones internacionales y denuncias por crímenes de guerra
Una comisión independiente de Naciones Unidas, relatores de derechos humanos y organizaciones internacionales insisten en que la ofensiva israelí vulnera las leyes de la guerra y los convenios de protección civil. La comunidad internacional debate sanciones y medidas diplomáticas, aunque los aliados más cercanos de Israel han mostrado cautela en sus pronunciamientos.
Por su parte, las autoridades israelíes argumentan que la ofensiva responde a la necesidad de desmantelar la infraestructura de Hamás en la capital gazatí, considerada por ellos como el núcleo de operaciones del grupo. El discurso oficial sostiene que los ataques se dirigen a “objetivos terroristas”, aunque los balances de víctimas y los testimonios en terreno muestran un impacto desproporcionado sobre la población civil.
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