A seis meses del inicio de la guerra comercial impulsada por Donald Trump, las exportaciones chinas hacia Estados Unidos alcanzan un valor aproximado de mil millones de dólares diarios, lo que evidencia la resiliencia de Beijing frente a los aranceles estadounidenses del 55 %. Los datos de septiembre muestran incluso un incremento respecto al mes anterior, subrayando la dificultad de Washington para reducir la dependencia de productos chinos estratégicos, a pesar de los gravámenes aplicados.
Economistas de Bloomberg, Chang Shu y David Qu, explicaron que la posición de China en las cadenas de suministro globales le otorga un poder de negociación significativo a corto plazo. Productos esenciales como tierras raras, imanes para fabricación y químicos para medicamentos mantienen a EE. UU. limitado en su capacidad de sustituir proveedores rápidamente. “Realinear la producción llevará tiempo”, señalaron, advirtiendo que otros países no pueden desplazar a China como proveedor principal en el corto plazo.
El presidente Trump ha identificado como puntos críticos las tierras raras, el fentanilo y la soja, y aunque pronostica un “buen acuerdo” en la próxima cumbre en Corea del Sur, advirtió que la reunión podría fracasar si no se alcanzan consensos. La tregua arancelaria de 90 días entre ambas naciones expira en noviembre, lo que añade presión a la negociación y refuerza la dependencia mutua.
Durante el tercer trimestre de 2025, EE. UU. recibió productos chinos por más de 100 mil millones de dólares, lo que contribuyó a mantener el crecimiento económico de Beijing según sus metas anuales y elevó el superávit comercial bilateral hasta los 67 mil millones de dólares. Si bien algunas exportaciones disminuyeron en comparación con el año anterior, productos específicos muestran un crecimiento destacado: cigarrillos electrónicos, bicicletas eléctricas, cables eléctricos y cátodos de cobre refinado reflejan la fortaleza de ciertos sectores estratégicos.
Dependencia con implicaciones económicas y políticas
Las exportaciones de bicicletas eléctricas superaron los 500 millones de dólares, mientras que los cátodos de cobre refinado pasaron de casi nada a 270 millones de dólares en tres meses. Los cables eléctricos aumentaron su valor en 87 % durante el mismo periodo, demostrando que, pese a las tensiones comerciales, ciertos bienes siguen siendo esenciales para la industria estadounidense y difíciles de sustituir.
La dependencia de EE. UU. respecto a China no solo tiene implicaciones económicas, sino también políticas. La capacidad de Beijing para mantener flujos de exportación sostenidos le permite ejercer presión negociadora frente a Washington, mientras que Trump enfrenta la dificultad de aplicar medidas coercitivas sin afectar a empresas estadounidenses que dependen de esos productos. Este escenario muestra que la guerra comercial no puede eliminar por completo la interdependencia económica entre ambas potencias.
El estratega senior para China en Australia & New Zealand Banking Group, Zhaopeng Xing, señaló que, aunque ambos países podrían reducir parcialmente su dependencia mutua, esta relación comercial no puede eliminarse por completo. Las grietas en el muro arancelario permiten que parte del comercio continúe fluyendo y mantienen bajos los costos para las empresas estadounidenses, lo que complica la presión arancelaria sobre Beijing.
De cara a la reunión programada en Corea del Sur, la expectativa es que ambas partes logren consolidar un acuerdo parcial que permita extender la tregua y estabilizar el comercio. Sin embargo, los analistas advierten que cualquier incumplimiento o incremento de aranceles podría provocar nuevos desequilibrios, afectando el superávit bilateral y la confianza en los mercados globales.
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