Donald Trump volvió a sacudir la opinión pública este domingo al anunciar, a través de Truth Social, la reapertura de la célebre prisión de Alcatraz. El mandatario ordenó la remodelación del complejo ubicado en una isla frente a San Francisco, con el fin de albergar a los «delincuentes más violentos y reincidentes» del país.
«Durante demasiado tiempo, Estados Unidos ha estado plagado de delincuentes violentos, despiadados y reincidentes, la escoria de la sociedad», escribió el presidente Trump. «Cuando éramos una nación más seria, encerrábamos a los criminales más peligrosos y los manteníamos lejos de la sociedad. Así es como debe ser».
La orden fue dirigida a la Oficina de Prisiones, en coordinación con el Departamento de Justicia, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional. Trump exigió una ampliación sustancial de las instalaciones, que permanecieron cerradas desde 1963. “La nueva Alcatraz servirá como símbolo de ley, orden y justicia”, afirmó.
De museo a penitenciaría: el regreso de «La Roca»
La antigua prisión federal de Alcatraz es hoy uno de los destinos turísticos más visitados en California. Operada por el Servicio de Parques Nacionales, la isla recibe cada año a miles de visitantes que recorren sus instalaciones, retratadas en películas como La fuga de Alcatraz. Sin embargo, su pasado carcelario sigue generando fascinación y controversia.
Inaugurada como prisión federal en 1934, Alcatraz se ganó una reputación temible debido a su ubicación aislada, las frías aguas del Pacífico y los notorios reclusos que albergó, como Al Capone o «Machine Gun» Kelly. Durante sus 29 años de operación, 36 prisioneros intentaron fugarse; según el FBI, la mayoría fue recapturada o murió en el intento.
El cierre en 1963 se justificó por los altos costos de mantenimiento y las condiciones de deterioro. Desde entonces, el lugar ha sido preservado como patrimonio histórico y cultural. La propuesta de Trump implicaría una reconstrucción total para reactivar su función original.
El anuncio forma parte de una serie de medidas populistas que el presidente ha difundido este fin de semana. También reveló un nuevo arancel del 100% a todas las películas extranjeras, con el argumento de proteger la industria cinematográfica estadounidense ante el «deterioro cultural» que, según él, está promoviendo el extranjero.
La reactivación de Alcatraz no ha pasado desapercibida. Expertos legales, grupos de derechos humanos y analistas de política penitenciaria ya han comenzado a expresar preocupaciones sobre el simbolismo y la eficacia real de una medida de este tipo en el siglo XXI.
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