El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó iniciar de manera “inmediata” pruebas del arsenal nuclear estadounidense, argumentando la necesidad de mantener la “igualdad de condiciones” frente a las recientes maniobras rusas y los avances de China. Su decisión marca un nuevo giro en la política de defensa de Washington y revive tensiones propias de la Guerra Fría.
“Debido a los programas de pruebas de otros países, he ordenado al Departamento de Guerra comenzar a probar nuestras armas nucleares en igualdad de condiciones. Este proceso comenzará de inmediato”, escribió el mandatario en Truth Social, su plataforma habitual para anuncios de alto impacto.
Una demostración de fuerza ante Moscú y Pekín
Trump justificó su decisión al afirmar que Estados Unidos “tiene más armas nucleares que cualquier otro país” y recordó que durante su primer mandato logró una “renovación completa” del arsenal. “Rusia está en segundo lugar y China, muy atrás, aunque estará a la par en cinco años si no actuamos”, advirtió.
La orden llega apenas una semana después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, supervisara desde el Kremlin ejercicios de sus fuerzas nucleares estratégicas. En esas maniobras, Moscú lanzó un misil balístico intercontinental Yars desde el cosmódromo de Plesetsk, con destino al polígono de Kura, en la península de Kamchatka. El proyectil recorrió más de seis mil kilómetros, mientras que el submarino nuclear Briansk disparó un misil Sineva desde el mar de Barents.
El propio Putin calificó los ejercicios como “rutinarios”, pero el contexto político internacional sugiere un mensaje directo hacia Occidente. La cumbre ruso-estadounidense prevista en Budapest fue aplazada tras el rechazo de Moscú a suspender operaciones militares en Ucrania, lo que congeló de nuevo las conversaciones de paz.
Washington acelera su postura militar
De acuerdo con fuentes del Pentágono citadas por medios estadounidenses, la orden de Trump implica una revisión técnica de los sitios de ensayo, inactivos desde hace más de tres décadas. El más probable sería el polígono de Nevada, donde se realizaron las últimas pruebas subterráneas antes de la firma del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT) en 1996.
Aunque el tratado nunca fue ratificado por Washington, las administraciones previas habían mantenido una moratoria voluntaria. Con la nueva instrucción, esa política queda en entredicho.
“Trump busca enviar una señal de poder, tanto a Moscú como a Pekín, pero también a sus aliados de la OTAN, que en los últimos meses han mostrado preocupación por el rumbo de la guerra en Ucrania”, explicó un analista militar del Instituto Brookings.
El anuncio también genera inquietud en Europa, donde varios gobiernos consideran que una nueva carrera armamentista pondría en riesgo la estabilidad global. La Unión Europea instó a “evitar cualquier acción que socave los acuerdos internacionales de no proliferación nuclear”.
La sombra de la Guerra Fría vuelve al escenario global
Especialistas recuerdan que el último ensayo nuclear estadounidense se realizó en 1992, y que desde entonces los avances tecnológicos han permitido simulaciones digitales sin detonar ojivas reales. Sin embargo, la decisión política de Trump rompe con esa tendencia y podría provocar reacciones similares de otras potencias.
China, por su parte, ha incrementado su producción de misiles balísticos y modernizado sus silos en la región de Xinjiang, lo que refuerza la percepción de una competencia tripartita por la supremacía nuclear.
Mientras tanto, el Departamento de Guerra deberá presentar en las próximas semanas un plan operativo para definir el calendario de pruebas, los protocolos de seguridad y las medidas de contención ambiental.
Si el programa se concreta, Estados Unidos podría realizar su primera detonación de prueba en más de 30 años antes de que concluya 2025.
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