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    Ucrania golpea con fuerza la infraestructura rusa en Crimea y debilita sistemas S-400

    Las fuerzas ucranianas intensificaron su ofensiva en Crimea, destruyendo radares, helicópteros y sistemas antiaéreos estratégicos de Rusia. La operación, anunciada por la Dirección General de Inteligencia ucraniana (GUR), evidencia la vulnerabilidad de la península ocupada y envía un mensaje sobre la capacidad de Kiev para desafiar el control ruso, mientras el Kremlin enfrenta presiones internas y la economía se mantiene bajo tensión.

    La guerra en Ucrania se centró nuevamente en Crimea, escenario clave del conflicto desde 2014. Según la GUR, unidades especiales realizaron ataques que destruyeron helicópteros, radares y sistemas de defensa aérea de alto valor estratégico. “Los Fantasmas de la GUR llegaron por aire y le han prendido fuego”, señaló el servicio de inteligencia en Telegram, destacando la destrucción de un radar Utos-T, un radiotelescopio RT-70, equipos del sistema Glonass, un radar MR-10M1 Mys M1 y el radar 96L6-AP, vinculado a los S-400, considerados la joya del escudo ruso.

    El impacto incluyó al menos tres helicópteros destruidos en tierra y operaciones complementarias con drones que derribaron otras aeronaves cerca de Simferopol y misiles que afectaron seis aerodeslizadores en Voloshine. Estas acciones subrayan que la península ocupada sigue siendo vulnerable pese a la narrativa rusa de bastión inexpugnable.

    Ataques estratégicos buscan debilitar la defensa rusa

    Desde 2023, Ucrania ha incrementado ataques con drones y misiles de largo alcance sobre Crimea, pero las operaciones recientes se enfocan específicamente en la infraestructura antiaérea rusa. La destrucción de sistemas S-400 representa un golpe táctico y simbólico: estos interceptores están diseñados para neutralizar aviones y misiles a larga distancia y son emblema del poder tecnológico del Kremlin. El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) destacó que la capacidad ucraniana para atacar repetidamente estos sistemas “revela fallas profundas en la doctrina militar rusa” y afecta la confianza interna.

    La península, anexada ilegalmente por Rusia según la ONU, es clave tanto militar como políticamente, funcionando como base de ataques al sur de Ucrania y nodo logístico vital para la marina rusa en el Mar Negro. “¡Sigue la desmilitarización de la Crimea bajo ocupación provisional! ¡Gloria a Ucrania!”, concluyó la GUR, mientras Moscú no ha ofrecido detalles sobre los daños y medios estatales presentan la operación como “ataques frustrados”.

    Analistas internacionales señalan que los golpes estratégicos buscan demostrar a aliados occidentales que Ucrania mantiene capacidad ofensiva y socavan la narrativa rusa de que Crimea es intocable. La presión sobre el Kremlin se intensifica por más de dos años de sanciones, alta inflación cercana al 9 % y crecimiento limitado a 1,5 % en 2025, aunque el rublo ha mostrado cierta fortaleza por medidas monetarias restrictivas.

    Putin en busca de respaldo internacional

    Mientras Vladímir Putin busca respaldos internacionales reuniéndose con líderes como Xi Jinping, Narendra Modi y Recep Tayyip Erdoğan, la población civil en Crimea vive bajo constante tensión: explosiones nocturnas, apagones prolongados y cortes de comunicación, con censura que impide confirmar el alcance real de los daños y víctimas.

    Cada operación reafirma la idea de que la guerra no está congelada y que Crimea sigue siendo un territorio en disputa. Más allá de la propaganda rusa, la península simboliza la resistencia ucraniana, evidenciando la determinación de Kiev por recuperar su soberanía en un choque directo entre la ambición imperial de Moscú y la resiliencia de Ucrania.

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