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    Venezuela celebra historia: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, primeros santos del país canonizados por el papa

    La mañana del domingo en la plaza de San Pedro presentó un espectáculo poco habitual en Roma: miles de venezolanos emocionados, ondeando banderas tricolores bajo el sol, celebraban la canonización de José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles. El primero, conocido como el “médico de los pobres”, y la segunda, fundadora de la congregación Siervas de Jesús, se convirtieron oficialmente en santos, marcando un hito histórico para la Iglesia y ofreciendo un respiro simbólico para un país en profunda crisis.

    El cardenal Baltazar Porras señaló la gravedad de la situación venezolana, denunciando que la crisis era “moralmente inaceptable” y criticando el trato a los presos políticos. Sin embargo, durante la ceremonia, la devoción y el fervor venezolano superaron diferencias políticas y ofrecieron un momento de comunión nacional.

    Cientos de fieles en Caracas siguieron la transmisión en directo, encendiendo velas y portando imágenes de los nuevos santos, mostrando la magnitud del impacto cultural y espiritual de este reconocimiento. Entre los 55.000 peregrinos presentes en el Vaticano, muchos vestían camisetas con los rostros de Hernández y Rendiles.

    José Ramón Malave Contreras, venezolano residente en Roma, relató su experiencia: “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque, según la creencia, yo iba a nacer muerto. Para mí era imperdible este momento”, declaró emocionado.

    La canonización ofrece un símbolo de unidad y esperanza en medio de la crisis

    La canonización no fue exclusiva de los santos venezolanos. El papa León XIV proclamó también a cinco santos más: el mártir armenio Ignacio Choukrallah Maloyan, el laico Peter To Rot de Papúa Nueva Guinea, las religiosas italianas Vincenza Maria Poloni y Maria Troncatti, y el laico italiano Bartolo Longo. No obstante, la atención y devoción de los fieles se centró en Hernández y Rendiles, cuyos rostros y legados llenaron de color y emoción la ceremonia.

    José Gregorio Hernández nació en Isnotú en 1864. Médico y profesor universitario, dedicó su vida a atender gratuitamente a los más necesitados y, en ocasiones, cubría él mismo el costo de los medicamentos. Falleció atropellado en Caracas en 1919, después de comprar medicinas para una anciana. Su vida y obra se transformaron en símbolo religioso, reflejado en murales, cuadros y estampas en hospitales y hogares de Venezuela.

    La canonización, aprobada por el papa Francisco desde su hospitalización en 2023, reconoció la veneración popular y eximió el procedimiento tradicional de milagros, aunque oficialmente se avalaron casos de sanación extraordinaria. Entre los milagros destacados figura la recuperación de una niña herida de bala en la cabeza y la sanación sobrenatural de un hombre en Estados Unidos.

    Carmen Rendiles, nacida en Caracas en 1903, destacó por su fortaleza y vocación religiosa pese a una discapacidad física. Fundó el instituto Siervas de Jesús y dedicó su vida a la educación de niñas en situación de vulnerabilidad. Tras un accidente en 1974 continuó su labor desde una silla de ruedas hasta su fallecimiento en 1977.

    La devoción venezolana se refleja en cada rincón del país, ofreciendo esperanza en tiempos difíciles

    Su santidad fue reconocida por la Iglesia mediante dos milagros: la recuperación de una médica en 2003 y la sanación de una mujer en 2015. En Caracas, la jornada se vivió como una verdadera vigilia festiva. Familias enteras compartieron rezos y cafés frente a altares improvisados o pantallas transmitiendo la ceremonia.

    Para muchos venezolanos, la canonización representó un bálsamo en medio de la inflación, el éxodo masivo y la desconfianza hacia las instituciones, ofreciendo un símbolo de esperanza y unidad en un país dividido.

    El papa León XIV cerró la homilía instando a que el ejemplo de los nuevos santos inspire a las comunidades a seguir su vocación y camino hacia la santidad. Para Venezuela, el 19 de octubre de 2025 quedará marcado como el día en que dos figuras entrañables del país ingresaron al panteón de la Iglesia católica, ofreciendo un motivo de fe y orgullo en medio de la adversidad.

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