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    Adán Augusto refuerza su poder en el Senado pese a escándalo por “La Barredora”

    En medio de cuestionamientos por los presuntos vínculos criminales de su exjefe de seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena —detenido en Paraguay y trasladado a México—, el senador Adán Augusto López Hernández mantiene firme el control del Senado. Desde la coordinación de Morena hasta áreas clave de la administración interna, el político tabasqueño concentra poder político y presupuestal, lo que lo coloca en el centro de la polémica.

    El control político y administrativo del Senado

    López Hernández no solo dirige la bancada de Morena, compuesta por 67 legisladores, también preside la Junta de Coordinación Política (Jucopo), el máximo órgano de gobierno del Senado. Aunque sus decisiones son colegiadas, el exsecretario de Gobernación es señalado como la voz dominante en este espacio, lo que le permite influir en la agenda legislativa, la integración de comisiones y la distribución de recursos.

    Su alcance se extiende a órganos estratégicos como el Instituto Belisario Domínguez, responsable de estudios y análisis legislativos. Además, ha colocado a colaboradores cercanos en puestos administrativos sensibles, lo que le garantiza influencia en el manejo financiero y en los mecanismos de transparencia del Senado.

    Óscar Trinidad Palomera Cano, secretario General de Servicios Administrativos, maneja el presupuesto anual de más de 5 mil millones de pesos. A él se suman Gerardo Fragoso Díaz, contralor interno vinculado a la familia López Hernández, y Abraham Ezequiel Zurita Capdepont, tesorero de la Cámara. Todos ellos son considerados piezas del círculo político del senador.

    El peso de la polémica por Bermúdez Requena

    La fortaleza de Adán Augusto se ve ensombrecida por las acusaciones contra Hernán Bermúdez, a quien nombró secretario de Seguridad en Tabasco durante su gobierno. La Fiscalía General de la República lo señala como presunto líder del grupo criminal “La Barredora”, dedicado a extorsión, secuestro y vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación.

    Bermúdez fue capturado en Paraguay tras una ficha roja de Interpol y entregado a México este 18 de septiembre. Su llegada reavivó cuestionamientos sobre la responsabilidad de López Hernández en su nombramiento y permanencia en un cargo estratégico de seguridad pública.

    El senador insiste en que nunca tuvo conocimiento de actividades ilícitas de su excolaborador: “Yo nunca recibí un aviso ni una notificación sobre el actuar que ahora le atribuyen”, declaró. Sin embargo, la oposición en el Senado lo acusa de omisión y exige que se separe del cargo para ser investigado.

    Impacto en Morena y lectura política

    La presidenta Claudia Sheinbaum ha señalado que el caso debe aclararse con “cero impunidad”, sin importar los cargos o partidos. Analistas como Javier Rosiles advierten que este episodio puede convertirse en una “bomba política” para Morena, al afectar no solo a López Hernández, sino también a su grupo interno, conocido como Grupo Tabasco, y a aliados como la senadora Andrea Chávez.

    Aunque por ahora el partido privilegia la unidad, el especialista advierte que este caso podría resurgir con fuerza en la disputa por candidaturas y en la negociación interna de poder: “Adán Augusto ya no es un activo, es un negativo para Morena, pero nadie se atreve a moverlo todavía”.

    El episodio también revive la cercanía histórica entre López Hernández y Andrés Manuel López Obrador, relación que le permitió ser secretario de Gobernación y aspirante presidencial. Hoy, esa misma cercanía lo protege, aunque al mismo tiempo lo convierte en un blanco político incómodo para Morena.

    Fricciones y cuestionamientos en la Cámara Alta

    Senadores de oposición insisten en que Adán Augusto debe dar explicaciones claras. La panista María Elena Pérez-Jaén cuestionó si el exgobernador conoció informes de inteligencia que advertían de los nexos criminales de Bermúdez y si existieron órdenes superiores para ocultarlos.

    Hasta ahora, Morena ha frenado los intentos de la oposición de forzar su salida. Sin embargo, el control político y presupuestal que ejerce en el Senado mantiene vivo el debate sobre si se trata de liderazgo legítimo o de un exceso de poder en medio de una crisis de credibilidad.

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