El Puente Vehicular Nichupté avanza hacia su inauguración este mismo mes, según confirmó el titular de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), Jesús Antonio Esteva Medina, tras supervisar la obra en Cancún. El proyecto supera ya el 90% de avance y se perfila como una de las infraestructuras más ambiciosas de Quintana Roo, al conectar de forma directa la zona hotelera con puntos estratégicos de la ciudad. Las autoridades destacan su potencial para reducir traslados y servir como ruta alterna en emergencias, aunque ambientalistas insisten en que el costo ecológico ha sido alto y que persisten daños visibles en el manglar y la laguna. La SICT asegura que los impactos están siendo mitigados con trabajos de restauración.
Detalles técnicos y beneficios previstos
La obra sobre la laguna Nichupté abarca 11.2 kilómetros en total. Incluye un puente principal de 8.8 kilómetros con tres carriles, uno reversible, y dos entronques de 2.4 kilómetros: uno hacia el bulevar Luis Donaldo Colosio y otro hacia el bulevar Kukulcán. También integra un puente en arco metálico de 103 metros y ciclovías diseñadas para mejorar la movilidad no motorizada.
Las autoridades estiman un tránsito diario promedio anual de 12 mil 612 vehículos. Con esta nueva vía, esperan disminuir el congestionamiento vial que durante años ha afectado la zona turística, donde miles de autos dependen de los mismos carriles para entrar y salir. El proyecto también ha generado alrededor de 51 mil empleos directos e indirectos, de acuerdo con la SICT.
El ahorro de tiempo de hasta 45 minutos en trayectos habituales es uno de los argumentos centrales que la dependencia federal ha impulsado para justificar la urgencia del proyecto. La obra también pretende mejorar la capacidad de respuesta ante huracanes y otros desastres naturales, al habilitar una ruta alterna para evacuaciones.
Se intensifica el debate por impacto ambiental
El avance hacia la inauguración no ha reducido las tensiones con organizaciones ambientales. Colectivos locales acusan que la construcción desmontó y rellenó áreas de manglar, lo que provocó fragmentación del ecosistema e interrupción del flujo hidrológico hacia humedales que forman parte del equilibrio natural de la laguna.
Además, han denunciado fallas en la colocación de cortinas o mallas durante la perforación y excavación de pilotes, lo que habría generado un levantamiento significativo del fondo limoso y dispersión de sedimentos. Según especialistas consultados por los colectivos, esto podría afectar la calidad del agua y alterar el hábitat de especies locales.
La SICT reconoce que hubo impactos, pero sostiene que se están atendiendo con trabajos de restauración ambiental y acciones de mitigación en distintos puntos del proyecto. No obstante, activistas insisten en que las medidas han sido tardías y que todavía no existe certeza sobre los efectos a largo plazo en la laguna.
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