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    Afganistán busca voz en la COP30 pese a aislamiento internacional y crisis climática

    El gobierno talibán de Afganistán solicitó oficialmente su inclusión en la Cumbre del Clima COP30, que se celebrará a inicios de noviembre en Belém, Brasil, argumentando que el cambio climático no debería ser objeto de politización. La petición se dio en un contexto de aislamiento internacional, marcado desde su retorno al poder en agosto de 2021, que ha limitado la participación del país en foros globales y el acceso a financiamiento para adaptación climática.

    Preparativos y participación limitada pero estratégica

    El viernes pasado, el gobierno de facto organizó una reunión preparatoria en Kabul para delinear su agenda climática de cara a la COP30. Matiul Haq Khalis, director general de la Agencia Nacional de Protección Ambiental de Afganistán (NEPA), insistió en que el país enfrenta impactos graves del cambio climático y que la comunidad internacional debería considerar sus necesidades sin politizar el tema. En la sesión, que contó con la participación de la ONG The Liaison Office (TLO), se buscó consensuar una posición unificada de Afganistán para presentar en la cumbre.

    La Unión Europea también participó en esta mesa redonda y reafirmó su compromiso con la resiliencia climática del país. Benjamin Weiss, jefe de la Sección Política de la UE en Kabul, señaló que la asistencia europea se centra en el apoyo directo a comunidades locales, trabajando con organizaciones para garantizar que la ayuda llegue efectivamente a la población.

    Vulnerabilidad extrema frente al cambio climático

    Afganistán es uno de los países más afectados por el cambio climático, agravado por décadas de conflicto y escasa infraestructura de gestión ambiental. Sequías prolongadas e inundaciones recurrentes han reducido drásticamente los niveles de agua subterránea, mientras la sobreexplotación de pozos y la mala gestión de recursos hídricos profundizan la crisis. En Kabul y otras regiones, muchas familias deben recorrer largas distancias para obtener agua potable, enfrentando esperas prolongadas y recursos insuficientes.

    Esta situación ha generado frustración creciente hacia las autoridades talibanas, acusadas de inacción frente a un problema que amenaza la seguridad alimentaria, la salud pública y la estabilidad socioeconómica de millones de afganos. Analistas destacan que la participación de Afganistán en la COP30, aunque limitada políticamente, podría ser un canal para atraer apoyo internacional focalizado en adaptación y mitigación climática, más allá del reconocimiento diplomático formal.

    Desafío global y geopolítico

    La inclusión de Afganistán en la COP30 plantea un dilema: la necesidad de integrar voces de los países más vulnerables frente al cambio climático frente a consideraciones de legitimidad política en la arena internacional. La capacidad del país para incidir en decisiones globales sigue siendo incierta, pero su situación ambiental extrema convierte a Afganistán en un caso emblemático de cómo los conflictos prolongados y la exclusión internacional intensifican la vulnerabilidad climática.

    La COP30 se perfila así como un escenario donde la crisis ambiental afgana se confronta con la realidad geopolítica: la urgencia de soluciones técnicas y financiamiento especializado frente a la dificultad de participación plena de un gobierno no reconocido. Esta dinámica evidencia que, en la agenda climática global, las vulnerabilidades humanas y los intereses políticos internacionales están intrínsecamente entrelazados.

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