México se prepara para recibir una de las migraciones más emblemáticas del planeta, un fenómeno natural que une a Canadá, Estados Unidos y México a través de una especie cuya supervivencia depende de bosques intactos, estabilidad climática y cooperación internacional. La temporada 2025-2026 de hibernación abre con señales alentadoras en materia de conservación, pero también con riesgos crecientes: pérdida de hábitat, presiones climáticas y amenazas que podrían alterar para siempre el viaje multigeneracional de la monarca.
El inicio de la temporada y el compromiso trinacional
La apertura del Santuario Sierra Chincua en Angangueo marcó el arranque oficial de la temporada 2025-2026. Autoridades federales, estatales y comunitarias reiteraron que proteger el corredor migratorio es una tarea compartida entre los tres países de Norteamérica. Alicia Bárcena Ibarra, titular de Semarnat, afirmó que la presidenta Claudia Sheinbaum instruyó a su gabinete a «preservar la integridad ecosistémica» de los bosques de oyamel y a fortalecer la capacitación de las comunidades que cuidan estos territorios.
Asimismo, Bárcena reconoció el trabajo de los 121 núcleos agrarios que mantienen la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca y celebró que la zona núcleo logró mantener «cero tala clandestina» durante el último año. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla reforzó el llamado internacional al señalar que “preservar los bosques y la naturaleza es fundamental”, subrayando que Canadá, Estados Unidos y México deben redoblar esfuerzos para asegurar la continuidad del fenómeno.
El comisionado nacional de Áreas Naturales Protegidas, Pedro Álvarez-Icaza, dijo que la apertura de los santuarios «refrenda el compromiso del gobierno mexicano con la conservación de la monarca, símbolo de migración y renovación».
La ruta de 4 mil kilómetros que une al continente
La mariposa monarca realiza un recorrido extraordinario: más de 4 mil kilómetros desde el sur de Canadá y gran parte de Estados Unidos hasta los bosques templados del Eje Neovolcánico. Este viaje depende de la llamada “generación Matusalén”, una cohorte que vive hasta ocho meses y detiene temporalmente su reproducción para completar la ruta migratoria.
Las mariposas parten de regiones como Ontario, Dakota del Norte, Minnesota, Michigan y estados del noreste estadounidense. En su camino atraviesan la zona central de Estados Unidos, continúan hacia Texas y después ingresan por el norte de México hasta Michoacán y el Estado de México. Su orientación depende de la posición del sol, la duración del día, los vientos y su sorprendente capacidad de detectar el campo magnético terrestre.
Llegada a México y santuarios abiertos al público
Las primeras mariposas suelen llegar entre finales de octubre y principios de noviembre, coincidiendo con el Día de Muertos. La mayor concentración ocurre hacia mediados de noviembre, cuando ya se han establecido en los árboles de oyamel. Los visitantes podrán observarlas en El Rosario, Sierra Chincua y Senguio en Michoacán, así como en Piedra Herrada en el Estado de México. Estos sitios permanecerán abiertos hasta el 31 de marzo de 2026.
Un fenómeno milenario bajo amenaza
Aunque esta temporada inicia con buenos indicadores forestales, las amenazas persisten. La deforestación en México, la pérdida del algodoncillo en Estados Unidos y Canadá, además del cambio climático, presionan a la especie. El calentamiento global altera los patrones de viento y temperatura, factores clave para el éxito del viaje migratorio. A ello se suman eventos climáticos extremos que pueden diezmar colonias enteras.
Las autoridades coinciden en que proteger la ruta migratoria es una responsabilidad compartida. La monarca no reconoce fronteras; su supervivencia depende de decisiones ambientales tomadas en tres países. La llegada a Michoacán es más que un evento natural: es la evidencia de que la cooperación internacional puede sostener la vida en movimiento.
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