El atún rojo, un titán de los océanos y símbolo de la pesca global, protagonizó un acto de opulencia extrema en 2019 cuando un ejemplar de 278 kilogramos fue vendido por USD 3.1 millones en el mercado de Tsukiji, Tokio. Sin embargo, detrás de su valor desorbitado se esconde una historia de recuperación y nuevas amenazas, donde el cambio climático emerge como su mayor desafío.
De la sobrepesca al milagro de la conservación
A principios de este siglo, la voracidad humana llevó al atún rojo al borde de la extinción. En 2007, las poblaciones alcanzaron niveles críticos debido a la sobrepesca, especialmente en el Mediterráneo y el Atlántico. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo incluyó en su lista de especies «en peligro».
La introducción de cuotas estrictas en 2010 marcó un cambio. Los pescadores tuvieron que adaptarse a un sistema regulado, lo que resultó en una recuperación notable. Para 2021, la UICN rebajó el estatus del atún rojo a “preocupación menor”. Este logro, descrito por Sarah Glaser de la WWF como “un milagro de la naturaleza y el esfuerzo humano”, refleja el impacto de políticas sostenibles en la conservación marina.
El cambio climático: una nueva amenaza
A pesar de los avances, el Mediterráneo se calienta rápidamente, con un aumento proyectado de 1°C a 3°C para finales de siglo. En agosto de 2024, el mar alcanzó una temperatura promedio de 28.45°C, un récord histórico.
Investigaciones lideradas por Clive Trueman, de la Universidad de Southampton, revelaron que temperaturas superiores a 28°C afectan negativamente al metabolismo y desarrollo de los juveniles de atún rojo. “Si las crías son expulsadas del Mediterráneo, las consecuencias serán devastadoras”, advirtió Trueman.
Cambios en rutas migratorias y dinámicas ecológicas
El cambio climático también está alterando las rutas migratorias del atún rojo. Estudios muestran que estos peces están desplazándose hacia el norte, buscando aguas más frías en el Golfo de Vizcaya y el Mar del Norte.
Este cambio tiene implicaciones ecológicas y económicas. En el Golfo de Vizcaya, los juveniles de atún podrían convertirse en captura incidental en pesquerías de sardina y anchoa. Según Alessandro Buzzi, del WWF, “es urgente reformar las regulaciones pesqueras para adaptarse a estas nuevas realidades”.
Impacto en comunidades pesqueras
Los pescadores mediterráneos, históricamente dependientes del atún rojo, enfrentan crecientes dificultades. Las migraciones cambiantes y las fluctuaciones en las poblaciones dificultan llenar las redes, mientras que los modelos climáticos se sienten lejanos para las comunidades costeras.
Un futuro incierto para una especie icónica
A pesar de los avances en conservación, el atún rojo sigue siendo vulnerable debido a su ciclo de vida largo y lenta maduración. Su destino está ligado al del Mediterráneo y otros mares que habita.
Con el aumento de las temperaturas, cambios en las rutas migratorias y desafíos en las comunidades pesqueras, el atún rojo podría enfrentarse nuevamente a la extinción. Sin embargo, las políticas sostenibles y los avances científicos ofrecen esperanza.
Como concluyó Trueman, “no podemos detenernos ahora”. Salvar al gigante de los océanos es también preservar el equilibrio de un ecosistema que sostiene tanto a la naturaleza como a las comunidades humanas.
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