En Progreso, Yucatán, el caracol rosado (Aliger gigas) se vende de manera ilegal en redes sociales bajo la palabra clave “jícama”, a pesar de su veda permanente. Investigaciones periodísticas muestran que esta especie es capturada furtivamente, llega a restaurantes y mercados locales y se ofrece a domicilio, evidenciando fallas en la vigilancia y sanción por parte de autoridades federales y estatales.
La pesca ilegal de caracol rosado en Yucatán continúa afectando ecosistemas marinos clave y la sustentabilidad de la especie, considerada en veda permanente desde 1988. En grupos de Facebook locales, comerciantes ofrecen ceviches y carne de caracol rosado utilizando la palabra “jícama” como código para evadir la detección de autoridades.
Mongabay Latam documentó múltiples publicaciones que muestran desde porciones listas para consumo hasta kilos de molusco congelados, confirmando que la práctica es recurrente en Progreso y localidades cercanas.
Una de las vendedoras entrevistadas relató que adquiere el caracol a 200 pesos el kilo y lo revende a 230 pesos, o bien lo prepara en ceviche y lo ofrece a domicilio con precios que van de 170 a 310 pesos según la presentación.
Aunque las entrevistadas desconocen el origen exacto de los moluscos, la cercanía con el Parque Nacional Arrecife Alacranes, un área protegida de alta biodiversidad, indica que gran parte del producto podría provenir de pesca ilegal en estas zonas críticas.
Pesca furtiva en el Parque Nacional Arrecife Alacranes y vigilancia insuficiente
La Secretaría de Marina y la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) han detectado episodios de pesca ilegal, pero los registros oficiales muestran un subregistro notable. Entre 2014 y 2025 se reportan solo dos incidentes documentados de captura ilegal, mientras que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) identificó 12 embarcaciones involucradas en pesca no autorizada, aunque no siempre especificando especies. En mayo de 2025, la Marina detuvo una embarcación con 132 kilos de caracol rosado ocultos en un doble fondo dentro del Arrecife Alacranes.
Líderes pesqueros locales corroboran que la pesca furtiva es frecuente y que la flota menor, compuesta por embarcaciones rápidas y sin rastreo, opera de manera permanente, incluso durante la veda.
Ana María Frías Salazar, presidenta de la Federación de Cooperativas Pesqueras de Yucatán, describe que los furtivos utilizan compresores de aire para bucear, incrementando su tiempo de captura y afectando otras especies como langosta y mero.
El comercio en redes sociales, mediante la palabra clave “jícama”, facilita que el producto llegue a restaurantes y hogares sin controles efectivos. Además, la búsqueda de perlas dentro del caracol rosado incrementa la presión sobre la especie, ya que estas pueden venderse en miles de dólares, incentivando aún más la pesca ilegal.
Caracol rosado, filtrador del fondo marino
Expertos como Alejandro Medina Quej y Cristóbal Enrique Cáceres destacan la importancia ecológica del caracol rosado como filtrador del fondo marino y como fuente de alimento para otras especies. Su extracción furtiva compromete no solo la biodiversidad, sino la resiliencia de los ecosistemas del Golfo de México.
Aunque se han implementado medidas de vigilancia conjunta entre el gobierno estatal y la Conanp, los castigos son escasos y las sanciones monetarias no se cumplen, lo que reduce la efectividad de las políticas de conservación.
Diversas organizaciones han solicitado que el caracol rosado sea incluido en la NOM-059-SEMARNAT-2010, lo que permitiría que Semarnat gestione la especie con enfoque en conservación y monitoreo constante.
Mientras tanto, la especie sigue siendo extraída y comercializada ilegalmente, demostrando la urgencia de una estrategia integral que combine vigilancia, sanción efectiva y educación ambiental.
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