En medio de las crecientes amenazas al medio ambiente y a las especies que lo habitan, los jardines para polinizadores emergen como una poderosa herramienta para conservar la biodiversidad. Estos espacios verdes, diseñados para atraer y alimentar a abejas, mariposas, colibríes, murciélagos y otros polinizadores, son clave en la reproducción de las plantas, el equilibrio de los ecosistemas y la seguridad alimentaria.
La polinización —proceso mediante el cual el polen es transportado entre flores— no solo permite que las plantas se reproduzcan, sino que sustenta directamente la producción de alimentos y la salud ambiental. Según la Dirección General de Recursos Naturales y Bioseguridad, las interacciones entre polinizadores y plantas forman redes ecológicas indispensables para la supervivencia de muchas especies.
Un banquete natural: néctar, polen y aromas

Las flores recompensan a sus visitantes con recursos específicos: néctar rico en carbohidratos, polen cargado de proteínas, tejidos florales, aceites esenciales e incluso compuestos aromáticos que cumplen funciones de atracción. Por ejemplo, algunas orquídeas emiten olores irresistibles para abejas macho de la subtribu Euglossinae, las cuales recolectan esos compuestos para atraer a sus parejas.
En otras especies tropicales, como el Ficus, las semillas en desarrollo sirven de alimento a las larvas de avispas polinizadoras, en una muestra de la intrincada cooperación entre flora y fauna.
La relación entre plantas y polinizadores puede ser generalista, como en el caso de abejas del género Euglossa, que visitan múltiples especies, o especialista, como la del higo (Ficus) y su avispa exclusiva, o la Yucca y la polilla de la subfamilia Prodoxinae. Estos vínculos evolucionados hacen que la pérdida de un solo polinizador pueda poner en riesgo la reproducción de ciertas especies vegetales.
¿Qué buscan los polinizadores?

Cada especie tiene preferencias muy definidas. Las abejas, por ejemplo, se sienten atraídas por flores azules, violetas o amarillas, con olores frescos y formas tubulares. En contraste, los colibríes prefieren flores rojas o naranjas, mientras que las mariposas eligen tonos brillantes como el rosa y el amarillo. Las moscas optan por colores apagados y olores fuertes, y los murciélagos visitan flores nocturnas de tonos blancos o grises con aroma almizclado.
Cómo crear un jardín para polinizadores
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) propone una estrategia de cinco pasos para establecer un jardín de este tipo:
- Diseñar el espacio: elaborar un mapa con la distribución ideal de las plantas.
- Seleccionar especies nativas: estas están adaptadas a las condiciones locales y tienen vínculos evolutivos con los polinizadores de la región.
- Preparar el suelo: los suelos limosos, combinados con abono orgánico, son ideales para el cultivo.
- Sembrar y cuidar: mantener el jardín con herramientas básicas como palas, regaderas y tijeras de podar.
- Observar y registrar: documentar las visitas de polinizadores mediante fotos y compartirlas en plataformas como Naturalista, donde expertos ayudan a identificarlos.
Ejemplos de plantas nativas ideales

Entre las especies recomendadas por Semarnat se encuentran:
- Dalia (Dahlia sp): la flor nacional de México, visitada por abejas y abejorros.
- Tronadora (Tecoma stans): provee alimento a abejas y tiene propiedades medicinales.
- Trompetilla (Bouvardia ternifolia): atrae a colibríes, abejas y mariposas.
- Maguey pulquero (Sedum prealtum): esencial para murciélagos, colibríes y mariposas.
- Cempasúchil (Tagetes erecta): símbolo del Día de Muertos, rica en néctar para abejas.
Una acción local con impacto global
Los jardines para polinizadores no requieren grandes extensiones de tierra. Pueden establecerse en patios, parques, balcones o ventanas. Lo esencial es incluir plantas que florezcan en distintas épocas del año y ofrezcan recursos constantes para los polinizadores.
En un momento donde los cambios climáticos y la urbanización amenazan la biodiversidad, estas pequeñas acciones colectivas pueden marcar la diferencia. Crear un jardín de polinizadores es una forma accesible, educativa y ecológica de proteger la vida silvestre y, al mismo tiempo, embellecer nuestro entorno.
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