Aunque los perros son considerados los mejores amigos del ser humano y están presentes en millones de hogares en todo el mundo, un reciente estudio científico advierte que su impacto ambiental podría estar generando serias consecuencias en los ecosistemas y la biodiversidad. La investigación, publicada en la revista Pacific Conservation Biology y liderada por el profesor asociado Bill Bateman, de la Universidad de Curtin (Australia), expone cómo los perros domésticos representan una amenaza silenciosa pero significativa para la fauna silvestre.
De acuerdo con el estudio, los perros con dueño pueden afectar tanto de manera directa como indirecta al entorno natural. Incluso cuando están bajo control de sus propietarios, su simple presencia puede provocar que ciertas especies abandonen sus hábitats o modifiquen sus patrones de comportamiento. En particular, aves y mamíferos como ciervos, zorros y gatos monteses tienden a evitar zonas frecuentadas por perros, aunque estos ya no se encuentren presentes. Además, rastros como el olor, la orina y las heces persisten en el ambiente y continúan influyendo negativamente en el comportamiento animal.
Otra de las preocupaciones destacadas por Bateman es la posible transmisión de enfermedades zoonóticas, la contaminación de cuerpos de agua, y el efecto tóxico de los productos antiparasitarios usados en los perros, los cuales ingresan a ecosistemas acuáticos cuando las mascotas se sumergen en ríos, lagos o arroyos.
También se pone en evidencia la huella ecológica de la industria de alimentos para mascotas, cuyo alto consumo de carne contribuye al cambio climático, al uso extensivo de tierras agrícolas y al consumo excesivo de agua dulce.
El estudio enfatiza que si bien los perros cumplen un rol importante en la vida humana —ya sea como animales de compañía, de servicio o de trabajo—, es fundamental establecer un equilibrio entre su tenencia responsable y la conservación del medio ambiente.
Como posibles soluciones, los investigadores proponen:
- Restringir el acceso de perros a zonas ecológicamente sensibles.
- Fomentar prácticas responsables entre los dueños, como la recogida de excrementos, el uso controlado de productos veterinarios, y la elección de alimentos con menor impacto ambiental.
- Impulsar campañas educativas sobre el efecto de los perros en la biodiversidad.
- Promover la colaboración entre autoridades, ciudadanos y conservacionistas.
Con más del 80% de los hogares en América Latina contando con al menos un perro o gato, y con países como México, Argentina y Brasil liderando la tenencia de mascotas a nivel global, el informe subraya la urgencia de abordar este tema con seriedad y responsabilidad.
“Los perros son parte fundamental de nuestras vidas, pero debemos reconocer que su presencia masiva también tiene un precio ambiental. La clave está en la educación y en una convivencia más consciente con el entorno natural”, concluye Bateman.
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