El mundo enfrenta en agosto una decisión crucial para detener la creciente contaminación por plásticos. En Ginebra, 170 países se reúnen para la ronda final de negociaciones del Tratado Global de Plásticos, un acuerdo histórico impulsado por la ONU que busca regular todo el ciclo de vida del plástico, desde su diseño hasta su desecho. Colombia, como país megadiverso y actor clave en el proceso, tiene la responsabilidad de asumir un papel protagónico.
La contaminación plástica ya no es solo un problema ambiental; representa una amenaza directa a la salud humana, la biodiversidad y el cambio climático. El plástico se fabrica principalmente con combustibles fósiles, contribuyendo a la emisión de gases de efecto invernadero en todas las etapas de su ciclo. La creciente presencia de microplásticos y químicos tóxicos afecta la calidad del aire, el agua y la vida silvestre.
Desde 2022, 175 países votaron a favor de crear un instrumento vinculante para controlar la producción, uso y descarte del plástico. El tratado es considerado el acuerdo internacional más importante en materia ambiental desde el Acuerdo de París de 2015. Sin embargo, tras cuatro rondas de negociación, persisten diferencias entre países sobre temas clave como la reducción de producción, eliminación de plásticos de un solo uso, regulación de químicos y mecanismos financieros.
La producción mundial de plástico se proyecta que se triplique para 2050, consumiendo una parte considerable del presupuesto de carbono necesario para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 grados centígrados. En ese contexto, el tratado busca un compromiso urgente para reducir en un 75% la producción global de plásticos para 2040.
Intereses económicos intentan bloquear medidas
Pese a la urgencia, presiones de la industria petroquímica y de algunos países con intereses económicos han intentado bloquear medidas que limiten la producción, proponiendo en cambio centrarse únicamente en el manejo y reciclaje de plásticos.
Organizaciones como Greenpeace exigen que el acuerdo incluya objetivos claros de reducción, eliminación de plásticos desechables y financiamiento efectivo para su implementación. Sin estos puntos, advierten, el tratado será insuficiente para frenar la crisis.
Colombia, con su riqueza natural y su influencia internacional, debe defender una posición firme para proteger sus ecosistemas y comunidades vulnerables. La negociación que comienza este mes es una oportunidad histórica para encaminar al mundo hacia una economía circular y un futuro más sostenible.
El resultado de estas negociaciones determinará si la humanidad actúa con responsabilidad ante una de las mayores amenazas ambientales y sociales de nuestro tiempo o si continúa comprometiendo la salud del planeta y de las futuras generaciones.
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