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    Tiburón ballena varado en Yucatán: alerta sobre salud de los océanos

    El hallazgo del cadáver de un tiburón ballena frente a las costas de Progreso, Yucatán, ha encendido señales de alarma entre la comunidad científica y ambientalista. El ejemplar, de aproximadamente 15 toneladas y más de nueve metros de longitud, fue descubierto la tarde del pasado viernes 20 de junio a un kilómetro del puerto de altura, en un operativo que involucró a la Secretaría de Marina (SEMAR) y a especialistas de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

    Remolcado hasta el Playón Poniente con ayuda de sogas y una embarcación, el cuerpo del escualo requirió maniobras complejas debido a los fuertes vientos registrados ese día, superiores a los 60 kilómetros por hora. El operativo culminó en tierra firme, donde expertos del Programa de Investigación y Conservación de Mamíferos Marinos de Yucatán (PICMMY) comenzaron la recolección de muestras para su análisis.

    Aunque se trata de un pez cartilaginoso y no de un mamífero marino, el biólogo Raúl Díaz Gamboa explicó que la especie cuenta con un protocolo especial. Inicialmente se pensó en conservar la cabeza para fines científicos y amarrar el resto del cuerpo al muelle local, pero finalmente se optó por enterrarlo en la playa, siguiendo criterios sanitarios.

    Un visitante habitual, una muerte inusual

    El tiburón ballena (Rhincodon typus), especie protegida a nivel internacional, suele visitar las aguas cálidas del Caribe mexicano entre mayo y septiembre. Se alimenta de plancton y pequeños organismos filtrando el agua mientras nada, y aunque alcanza tamaños colosales, no representa peligro para el ser humano. Su presencia en las costas de Yucatán es señal de buena salud marina; su muerte, lo contrario.

    Las autoridades aseguraron que el caso no está relacionado con contaminación ni con fenómenos climatológicos extremos. Sin embargo, la causa exacta sigue siendo desconocida. El avanzado estado de descomposición podría dificultar su identificación, aunque los análisis de tejido permitirán inferencias sobre su ruta migratoria y su condición antes de morir.

    El impacto invisible

    Que un animal de esta envergadura recale muerto en la costa es poco común. Se estima que la mayoría muere mar adentro, y que solo una mínima parte llega a las playas. Que ocurra esto en pleno inicio de la temporada de avistamiento obliga a repensar la vigilancia ambiental y los mecanismos de respuesta ante eventos de fauna marina varada.

    Para la comunidad local, el evento fue tan asombroso como inquietante. Decenas de turistas y curiosos se acercaron al muelle para observar al tiburón, tomar fotos y preguntar. Pero el espectáculo es apenas la superficie: detrás hay un ecosistema que posiblemente se está desequilibrando.

    Especialistas como Díaz Gamboa advierten que la creciente presión sobre los ecosistemas costeros, el incremento del tráfico marítimo, la pesca incidental y el cambio en las corrientes oceánicas podrían estar afectando la salud y comportamiento de especies migratorias como el tiburón ballena.

    Necesidad de un registro actualizado

    Es la segunda vez en casi una década que un ejemplar de estas dimensiones aparece sin vida en las playas de Yucatán. La anterior fue una ballena de aleta hallada en 2016. Aunque los varamientos no siempre obedecen a causas antrópicas, su aparición debe ser documentada rigurosamente. Los datos recogidos por la UADY serán integrados a un banco de información sobre megafauna marina del Caribe.

    El suceso refuerza la necesidad de mantener protocolos de atención a fauna marina en costas mexicanas y de generar estadísticas nacionales sobre especies protegidas que aparecen varadas. Solo así se podrán detectar patrones, prevenir tragedias ecológicas y garantizar que el mar siga siendo un ecosistema vivo, no un cementerio silencioso.

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