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    Xin Xin, la última panda de México, enfrenta su ocaso en Chapultepec

    Xin Xin, la última osa panda en México y en toda Latinoamérica, cumple 35 años en el zoológico de Chapultepec, donde recibe cuidados especiales en una etapa considerada geriátrica para su especie. Su historia no solo refleja décadas de conservación y afecto entre cuidadores y visitantes, sino también la incertidumbre sobre el futuro de los pandas en el país. México, que en los años ochenta fue pionero en la reproducción de pandas fuera de China, podría quedarse sin este emblemático animal tras la muerte de Xin Xin, sin que exista todavía claridad sobre si habrá nuevos ejemplares en territorio nacional.

    La rutina de un símbolo viviente

    Cada mañana, Joel Frías Manríquez, su cuidador por más de dos décadas, revisa que Xin Xin respire con normalidad antes de preparar su dieta. La panda suele dormir 15 horas al día y despierta pasadas las 8 de la mañana para comer un concentrado de arroz, croquetas, zanahorias y manzanas. También consume alrededor de 13 kilos de ramas maduras de bambú, un alimento indispensable para su supervivencia.

    Frías confiesa que no ve su labor como un trabajo: “Prefiero estar checando los animales que estar metido en un escritorio”, asegura. Para lograr la confianza de la osa utilizó un método peculiar: hablarle con frecuencia, usar siempre la misma fragancia y acercarse poco a poco hasta que Xin Xin aceptó su contacto. Esa rutina consolidó un lazo único entre ambos.

    El director del zoológico de Chapultepec, Alberto Olascoaga Elizarraráz, sostiene que la panda “se encuentra completamente bien de salud”, aunque presenta desgaste en dientes y articulaciones, algo común en ejemplares longevos. Expertos internacionales como Michael Brown-Palsgrove, del Smithsonian, coinciden en que su estado general es sorprendente para su edad.

    Una especie que marcó generaciones en México

    La vida de Xin Xin está ligada a una historia que marcó a varias generaciones de mexicanos. Sus padres, descendientes de la pareja de pandas que China obsequió a México en 1975, fueron parte de un programa de conservación que posicionó a Chapultepec como referente mundial. Fue el primer zoológico fuera de China en lograr nacimientos exitosos de pandas gigantes, un logro compartido con pocas instituciones en el planeta.

    En su cumpleaños más reciente, visitantes viajaron desde lugares como Veracruz solo para despedirse anticipadamente de la panda, temiendo su partida. “Será una pérdida muy grande para la nación”, afirmó Jazmín Montoya, una joven abogada que llevó a su familia a la capital para verla. Ese vínculo emocional refleja lo que Xin Xin representa como último eslabón de una dinastía iniciada con Pe Pe y Ying Ying, los primeros pandas que llegaron a México.

    El incierto futuro de los pandas en el país

    La esperanza de que México siga siendo hogar de pandas es limitada. Xin Xin nunca tuvo crías y el gobierno no ha anunciado un plan concreto para traer nuevos ejemplares. China exige alrededor de un millón de dólares anuales para prestar pandas por periodos de 10 a 15 años, una cifra que complica las negociaciones.

    El zoológico mantiene conversaciones con las autoridades chinas para “obtener alguna posibilidad”, según confirmó su director. Sin embargo, la decisión final depende tanto de factores diplomáticos como de recursos financieros. Mientras tanto, los mexicanos se preparan emocionalmente para una despedida que parece inevitable.

    Para Joel Frías, su cuidador, la partida de Xin Xin será personal y dolorosa. Entre lágrimas recordó cómo la osa, cuando era pequeña, solía hacer maromas y correr alegremente al salir a su hábitat cada mañana. Hoy, el tiempo parece agotarse para la última panda de México, pero su legado ya es parte inseparable de la memoria ambiental y cultural del país.

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