El café Dalgona tiene una historia tan interesante como su apariencia, aunque se hizo famoso en 2020 gracias a las redes sociales y la cuarentena, su origen se remonta a Corea del Sur y aún más atrás, a la influencia de los dulces callejeros de los años 60 y 70.
En aquella época, los vendedores ambulantes coreanos preparaban un dulce llamado Dalgona o ppopgi, una especie de caramelo de azúcar y bicarbonato con un sabor tostado y textura aireada. Su popularidad fue tan grande que, décadas después, un actor coreano, Jung Il-Woo, probó en Macao un café batido que le recordó el sabor del dulce de su infancia. Al compartirlo en televisión, la receta se viralizó y llegó a cada rincón del mundo.
Hoy, el café Dalgona es sinónimo de creatividad y sencillez. Con solo tres ingredientes básicos, cualquiera puede disfrutarlo en casa con una textura esponjosa que parece sacada de un café de lujo.
Ingredientes:
- 2 cucharadas de café instantáneo
- 2 cucharadas de azúcar
- 2 cucharadas de agua caliente
- 1 taza de leche fría o caliente (según preferencia)
- Hielo (opcional, si se prefiere frío)
Preparación:
- Batir el café: En un tazón, mezcla el café instantáneo, el azúcar y el agua caliente. Con un batidor de mano o una batidora eléctrica, bátelo durante unos 3-5 minutos hasta que se forme una espuma espesa y dorada.
- Preparar la base: Llena un vaso con leche fría y hielo (o caliente si lo prefieres tipo latte).
- Montar la espuma: Con una cuchara, coloca la espuma de café sobre la leche. No mezcles de inmediato, ya que la idea es beberlo con una capa de espuma en la parte superior.
- Disfrutar: Antes de tomarlo, mezcla ligeramente para combinar la espuma con la leche y disfrutar de su textura cremosa.
Esta receta es increíblemente sencilla y parece sacada de una cafetería de alta gama. Además, su historia añade un toque especial: una bebida creada a partir de un dulce callejero coreano que, décadas después, se convirtió en un fenómeno mundial.
El café Dalgona no solo es delicioso y fácil de hacer, sino que también es una experiencia en sí misma. Batirlo hasta lograr su textura esponjosa es un pequeño ritual que vale la pena probar al menos una vez.
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