Desde 1974, Palominos ha llevado el auténtico sabor de Sonora al centro de la Ciudad de México. Con raíces en Hermosillo y presencia en ocho ciudades, este icónico restaurante es referente de la carne asada y la cocina noroeste.
Cada sucursal, como las de Insurgentes y Palmas, combina un servicio impecable con platillos emblemáticos: tripitas de leche, carne oreada, frijoles maneados y coyotas. El uso de chiltepín y chile anaheim refleja el carácter audaz de la gastronomía sonorense, donde cada ingrediente cuenta su propia historia.
Óscar Miranda Zúñiga, gerente operativo de Palominos Palmas, resalta que “el compromiso con la esencia norteña va más allá de la cocina: buscamos experiencias completas, desde el ambiente hasta el maridaje”. En ese sentido, la carta de vinos complementa la oferta tradicional.
Vinos para realzar la experiencia sonorense
Para los cortes magros como el filete de cabrería, Palominos recomienda el vino tinto Lleiroso Crianza. Con cuerpo medio y notas de frutos rojos, equilibra la intensidad de la carne sin opacarla. En contraste, La Caprichosa, un vino blanco fresco, acompaña mariscos, ensaladas y hasta las coyotas, gracias a su acidez equilibrada.
Los comensales descubren aquí que un maridaje bien elegido transforma un buen platillo en una experiencia inolvidable. “Lleiroso resalta el sabor de la carne, mientras La Caprichosa limpia el paladar entre bocados”, explica Miranda.
Un final dulce y lleno de tradición
No puedes irte sin probar las coyotas de piloncillo en Insurgentes, acompañadas de café a las brasas. El café se prepara con carbón de mezquite al rojo vivo, aportando un aroma profundo. Para paladares nostálgicos, existe la opción de servirlas con frijoles –un guiño a la cocina casera de abuela.
Palominos Palmas está en avenida Palmas 340, Lomas de Chapultepec. Su ambiente, con toques rústicos y un equipo capacitado, refuerza la sensación de viajar al norte con cada bocado.
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