Estados Unidos ha intensificado sus movimientos militares en Medio Oriente, en medio de crecientes especulaciones sobre una posible intervención directa en el conflicto entre Israel e Irán. Al menos 30 aviones cisterna han sido movilizados desde territorio estadounidense hacia Europa, y el portaaviones USS Nimitz navega rumbo a la región tras cancelar una parada en Vietnam por «necesidad operativa emergente».
Estas acciones se producen tras el ultimátum que el presidente Donald Trump dio a Irán sobre su programa nuclear. Después de que venciera el plazo impuesto por Washington, Israel lanzó un ataque contra infraestructura atómica iraní. Aunque Trump no ha confirmado si EE. UU. participará en la ofensiva, sí advirtió que la paciencia de su gobierno “se está agotando”.
Movimientos aéreos y estrategia ambigua
Según registros de Flightradar24 revisados por BBC Verify, al menos siete aviones KC-135 hicieron escala en bases aéreas de España, Escocia e Inglaterra. Todos ellos continuaron su trayecto hacia el este del Mediterráneo. Seis no tenían destino declarado y uno aterrizó en Creta.
Justin Bronk, analista del Royal United Services Institute, calificó los vuelos como “sumamente inusuales” y sugirió que EE. UU. podría estar ejecutando planes de contingencia para apoyar operaciones de combate.
En paralelo, el exjefe de las Fuerzas de Defensa Irlandesas, Mark Mellett, opinó que la Casa Blanca podría estar aplicando una política de “ambigüedad estratégica” para presionar a Irán sin declarar oficialmente su implicación.
Al mismo tiempo, el USS Nimitz —escoltado por destructores con misiles guiados— ha sido desplegado en dirección al estrecho de Ormuz. Su carga incluye un escuadrón de aviones de combate, y su sola presencia podría servir como elemento disuasivo o bien como preludio a un ataque más amplio.
El papel de los bombarderos furtivos B-2
Tres altos mandos militares informaron a medios estadounidenses que, además de los cisternas y cazas F-16, F-22 y F-35 enviados a Medio Oriente, los bombarderos B-2 podrían ser claves en una eventual ofensiva.
Estas aeronaves son las únicas capaces de transportar las bombas GBU-57A/B, conocidas como “rompebúnkeres”, de 13.600 kilos, diseñadas para penetrar hasta 60 metros de concreto.
Estos proyectiles serían necesarios para atacar Fordow, la instalación nuclear subterránea iraní. Si bien las últimas imágenes satelitales mostraron que los B-2 estaban en la base de Diego García en marzo, ya no se los encuentra en la isla.
Algunos expertos creen que podrían ser activados desde territorio continental en caso de que Trump autorice una ofensiva.
Greg Bagwell, exsubjefe de operaciones de la Fuerza Aérea británica, consideró que EE. UU. podría mantener operaciones las 24 horas desde Diego García o incluso desde suelo nacional. También advirtió que la retirada de los B-2 de la isla es una “pieza faltante del rompecabezas”, lo que alimenta la incertidumbre sobre los próximos pasos de la Casa Blanca.
Reacciones y tensiones regionales
Israel sostiene que Irán gestiona dos complejos de enriquecimiento de uranio en Natanz y Fordow, y que su destrucción es esencial para impedir la obtención de un arma nuclear. Ante este escenario, figuras como el vicepresidente J. D. Vance han defendido el derecho de Trump a actuar conforme a los intereses de EE. UU., mientras que otros miembros del Congreso se muestran divididos.
China y Rusia han lanzado duras advertencias contra cualquier acción militar. Europa, por su parte, ha pedido moderación y un regreso a las conversaciones nucleares. La ONU insiste en que el uso de la fuerza podría desestabilizar aún más la región.
Mientras tanto, las bases militares estadounidenses en Irak, Jordania y Arabia Saudita han sido puestas en alerta máxima, y la embajada en Jerusalén permanecerá cerrada hasta el viernes. La comunidad internacional observa con cautela los movimientos estadounidenses, a la espera de una definición clara por parte de Trump, quien ha prometido “hacer lo que sea necesario por el bien de Estados Unidos”.
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