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    Chile: Boric rompe moldes y se convierte en primer presidente en casi un siglo en tomar licencia por paternidad

    El presidente chileno Gabriel Boric, de 39 años, acaba de vivir un momento histórico en la política del país: fue padre por primera vez y hará uso de un permiso parental pagado, una medida inédita para un mandatario en funciones en Chile. Esta acción no solo refleja un cambio cultural sino que abre un debate sobre los derechos de paternidad y la modernización de las políticas laborales en América Latina.

    La madrugada del jueves, nació la primera hija de Boric y su pareja, la química ambiental Paula Carrasco. El mandatario anunció en diciembre pasado el embarazo en Instagram, acompañado de una ecografía, y desde entonces ha sido enfático en que hará uso de los cinco días de permiso parental que la ley chilena establece desde 2011 para padres con contrato laboral.

    Este permiso, aunque existe desde hace más de una década, rara vez es utilizado, y menos aún por figuras públicas de alto perfil como Boric. El mandatario aseguró que “como Gobierno, como nos corresponde, la paternidad y la maternidad son partes naturales de la vida”. Además, recordó que el equipo presidencial está organizado para continuar el trabajo incluso durante su ausencia.

    ¿Por qué es tan relevante esta licencia para Boric?

    En Chile, ningún presidente en casi un siglo había ejercido este derecho. El último fue Carlos Ibáñez en 1930, quien también fue padre durante su mandato. Boric se convierte así en el quinto mandatario chileno en ser padre en funciones, pero el primero en aprovechar la licencia oficial y visibilizarla.

    La ley chilena contempla cinco días pagados que pueden tomarse de forma consecutiva o distribuidos durante el primer mes tras el nacimiento del hijo. Adicionalmente, permite que la madre ceda parte de su baja posnatal al padre, aunque ambos permisos suelen ser poco usados. Esto contrasta con la media de 12.7 semanas de licencia paternal que ofrecen los países de la OCDE.

    Un gesto simbólico con carga política y cultural

    En su reciente rendición de cuentas, Boric hizo una emotiva referencia a su hija, a quien nombraron Violeta, en honor a la icónica cantautora chilena Violeta Parra. “Le hablo también a la Violeta del futuro próximo. Quiero decirles a estos niños y niñas que sueñen, que jueguen, que se expresen, porque Chile también es de ustedes”, afirmó.

    Este acto público no solo humaniza a un mandatario sino que también impulsa un mensaje progresista sobre la corresponsabilidad parental y la igualdad de género. En un país con arraigadas tradiciones machistas, que un presidente visibilice la paternidad activa puede estimular reformas profundas en las políticas laborales y sociales.

    El permiso parental en Chile es todavía un derecho limitado y con baja tasa de uso entre los padres. Organizaciones feministas y grupos pro derechos laborales han denunciado durante años que la licencia es demasiado corta y debería ser obligatoria para fomentar una mayor equidad familiar.

    La vocera presidencial, Aisén Etcheverry, enfatizó que el gobierno respalda plenamente esta decisión, comparando el permiso de Boric con el que disfruta una ministra que recientemente se tomó su baja pre y posnatal. La idea es que estas prácticas se normalicen dentro del ámbito público y privado.

    Un precedente con impacto internacional

    El caso Boric trasciende fronteras porque visibiliza un tema clave en la agenda global: la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos. En países de la OCDE, las licencias parentales para hombres son más largas y obligatorias, mientras que América Latina está rezagada en esta materia.

    El ejemplo del presidente chileno puede servir de inspiración para otros líderes y gobiernos de la región. Poner la paternidad en el centro del debate público también desafía los estereotipos tradicionales y promueve una mayor participación masculina en la crianza.

    Si bien el permiso de cinco días puede parecer corto, el gesto de Gabriel Boric es un paso significativo hacia una sociedad más igualitaria. No solo muestra la humanización de la política, sino que abre la puerta a reformas laborales que reflejen mejor las necesidades actuales de las familias.

    Sin embargo, el debate está abierto: ¿Será suficiente para cambiar las normas culturales y laborales en Chile? ¿O será solo un símbolo más en un escenario político cada vez más progresista?

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