Al menos cuatro personas murieron y más de 30 resultaron heridas este lunes 7 de julio tras una nueva ola de ataques rusos con drones y misiles sobre múltiples regiones de Ucrania. La ofensiva, lanzada de madrugada, se produjo apenas dos días después del mayor ataque aéreo desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, elevando la tensión regional y renovando los llamados de Kiev por apoyo internacional.
Odesa, Kherson y Sumy: los focos del horror
Los bombardeos afectaron principalmente a las regiones de Odesa, Kherson, Sumy, Kharkiv y Dnipropetrovsk, según el Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania. En Odesa, un ataque aéreo destruyó edificios residenciales, vehículos y dejó una víctima mortal, además de un herido. Las autoridades confirmaron la presencia de equipos de rescate en la zona afectada, mientras continuaban las tareas de remoción de escombros.
En Kherson, el gobernador Oleksander Prokudin informó que otro civil murió tras el impacto de proyectiles lanzados por el ejército ruso en zonas bajo control ucraniano. La región fue formalmente anexada por Moscú en 2022, en un acto considerado ilegal por la comunidad internacional.
En la región nororiental de Sumy, dos personas fallecieron durante la noche como consecuencia de múltiples ataques. Las autoridades locales también reportaron al menos un herido. Hasta el momento, el Kremlin no ha emitido comentarios oficiales sobre los objetivos concretos de esta ofensiva.
Kharkiv y Dnipropetrovsk, bajo fuego constante
Más de 30 personas resultaron heridas en las regiones de Kharkiv y Dnipropetrovsk. Funcionarios locales detallaron que los bombardeos causaron daños a infraestructura civil, y dejaron una estela de destrucción en barrios habitacionales. En paralelo, Kiev reportó explosiones causadas por drones rusos que impactaron en distintas zonas de la capital. Según el alcalde Vitali Klitschko, varios edificios sufrieron daños materiales, aunque no se registraron víctimas fatales.
El Ministerio de Defensa ruso afirmó haber interceptado 91 drones ucranianos durante la noche, incluyendo ocho que se dirigían hacia Moscú. Otros aparatos fueron derribados en regiones fronterizas como Bélgorod, Kursk, Lípetsk, Vorónezh, Briansk y Crimea, según medios estatales rusos.
Ataque ucraniano en Moscú: una planta química en la mira
Andrí Kovalenko, jefe del Centro contra la Desinformación de Ucrania, afirmó que un dron ucraniano impactó una planta química ubicada en Krasnozavodski, región de Moscú. «Allí se producen explosivos, pólvora y componentes para misiles», detalló el funcionario, subrayando que la instalación forma parte de la cadena de suministro del ejército ruso.
Este ataque se enmarca en la estrategia de Ucrania de utilizar drones de fabricación nacional con capacidad de largo alcance para golpear objetivos estratégicos dentro del territorio ruso. En los últimos meses, esta táctica se ha intensificado, apuntando a instalaciones industriales y militares clave.
Una escalada sostenida tras la ofensiva del viernes
Los ataques del lunes ocurrieron apenas dos días después de que Rusia lanzara el mayor ataque aéreo desde que comenzó la guerra, con 530 drones y más de una docena de misiles sobre diversas ciudades ucranianas. Ese bombardeo dejó dos muertos en Kiev y afectó instalaciones civiles y energéticas, profundizando la crisis humanitaria y la vulnerabilidad del sistema eléctrico ucraniano.
Ante este panorama, las autoridades de Kiev han redoblado su petición de ayuda internacional para fortalecer sus sistemas de defensa antiaérea. La intensidad de los ataques rusos en verano, con un patrón claro de golpes a infraestructura crítica, ha incrementado la preocupación entre aliados occidentales por el rumbo del conflicto.
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