Rusia ejecutó en la madrugada del domingo su mayor ofensiva aérea desde que comenzó la invasión a gran escala de Ucrania en 2022. En total, fueron lanzados 298 drones y 69 misiles contra diferentes puntos del país, provocando la muerte de al menos 12 personas y dejando decenas de heridos. Kiev fue nuevamente el principal objetivo.
La administración militar de la capital alertó a la población desde antes del amanecer. El jefe del gobierno local, Timur Tkachenko, advirtió que existía una amenaza seria por el uso masivo de drones y misiles desde aviones estratégicos rusos. Las explosiones no se hicieron esperar, y los ciudadanos fueron instruidos a buscar refugio ante el avance de los ataques.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, confirmó que las fuerzas de defensa aérea estaban activas y que la ciudad estaba siendo blanco de drones enemigos. En el distrito de Golosivsky, uno de los más afectados, los escombros de un dron interceptado cayeron sobre un edificio residencial de cinco pisos, provocando víctimas mortales, incluidos tres menores de edad.
Intercambio de fuego y contraataques
El Ministerio de Defensa ruso informó, sin ofrecer detalles verificables, que durante esa misma noche sus defensas derribaron 110 drones ucranianos. Aunque la información no ha podido ser confirmada de manera independiente, se enmarca en una narrativa cruzada donde ambos bandos afirman haber contenido los ataques enemigos.
El sábado anterior, también se reportaron ofensivas rusas con drones y misiles sobre Kiev, con un saldo de al menos 15 heridos. Un día antes, el viernes, ataques similares dejaron dos muertos en la ciudad portuaria de Odesa y otros tres en la región de Kherson, en el sur del país.
Estas acciones intensifican una escalada que ha causado daño masivo a la infraestructura civil y ha cobrado nuevas víctimas en zonas urbanas. El patrón de ataques nocturnos y consecutivos apunta a una estrategia de desgaste por parte del Kremlin.
En la región oriental de Donetsk, Rusia afirmó haber tomado el control de dos localidades más, mientras que en la región de Sumi, al noreste, también se reportó la conquista de otra localidad ucraniana. La ofensiva se mantiene activa y con alta intensidad en los principales frentes de combate.
Según reportes oficiales de Kiev, una mujer murió el sábado a causa de un bombardeo ruso en Sumi. Además, el viernes, once civiles fallecieron en diferentes ataques aéreos perpetrados por Moscú.
Presión internacional y avances diplomáticos
En medio del fuego cruzado, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky reiteró su llamado a los aliados occidentales para ejercer mayor presión sobre Rusia. “Estamos dispuestos a cualquier forma de diplomacia que produzca resultados. Rusia, en cambio, no está dispuesta a nada”, declaró el mandatario, insistiendo en la urgencia de reforzar el apoyo militar y político a Ucrania.
Mientras tanto, en un intento de mantener abiertos los canales diplomáticos, este fin de semana se concretó un nuevo canje de prisioneros de guerra entre Kiev y Moscú. El sábado, 307 militares rusos fueron intercambiados por la misma cantidad de soldados ucranianos. Esta fue la segunda fase de un acuerdo de 1.000 por 1.000 combatientes que comenzó el viernes con el intercambio de 270 militares y 120 civiles por cada lado.
Este acuerdo fue anunciado por el presidente Donald Trump, quien ha promovido activamente las conversaciones entre ambos gobiernos. Tras la conclusión del canje, está previsto que las partes intercambien documentos con propuestas formales para un eventual alto al fuego.
Pese a los avances diplomáticos puntuales, el conflicto sigue intensificándose en el terreno. Las ofensivas aéreas y terrestres continúan generando destrucción, desplazamientos forzados y un creciente número de víctimas civiles.
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