El Producto Interno Bruto (PIB) de México apenas creció 0.8 % anual en el primer trimestre de 2025, y la causa principal fue el desplome de la inversión. En medio de un entorno marcado por incertidumbre política, altos costos financieros y debilidad en el consumo, los motores internos de la economía muestran señales claras de enfriamiento.
La inversión fija bruta cayó 4.0 % en términos trimestrales, lo que representa su mayor descenso desde el segundo trimestre de 2020, en plena pandemia. Esta baja acumuló dos trimestres consecutivos en negativo y terminó restando 1.3 puntos porcentuales al crecimiento económico, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El consumo privado también retrocedió 0.4 % trimestral, su segundo trimestre con caídas. Aunque el consumo del gobierno avanzó 0.4 %, no fue suficiente para compensar la debilidad generalizada en la demanda interna. En contraste, las exportaciones de bienes y servicios aumentaron 1.1 %, pero perdieron impulso respecto al cierre de 2024, cuando habían crecido 3.7 %.
Desaceleración estructural, sexenio incierto y Trump
Analistas de Monex advirtieron que los resultados del primer trimestre confirman que la economía mexicana arrancó el año con menor dinamismo, debido a una contracción simultánea de la oferta y la demanda. En su análisis, subrayaron que este entorno adverso “plantea riesgos latentes para el crecimiento económico y podría extenderse hasta el segundo semestre de 2025”.
En términos anuales, la inversión cayó 5.2 % y el consumo privado bajó 0.6 %. A pesar del crecimiento positivo del PIB, los principales impulsores del mercado interno no solo se desaceleraron, sino que comenzaron a restar al balance económico nacional.
Para Andrés Abadia, economista en jefe para América Latina de Pantheon Macroeconomics, el momento político ha tenido un efecto paralizante en las decisiones empresariales. “El final del sexenio de AMLO generó incertidumbre regulatoria, especialmente en sectores como energía, infraestructura y transporte”, apuntó. En su opinión, muchas empresas han postergado sus inversiones a la espera de mayor claridad sobre las políticas del nuevo gobierno.
Además, Abadia destacó que el fenómeno del nearshoring, aunque estructuralmente positivo, ha mostrado una desaceleración en el flujo de inversión directa. “La presencia de Trump en el escenario electoral de EE. UU. y su discurso proteccionista enfrían el entusiasmo. La relación bilateral vuelve a estar en entredicho”, sostuvo.
Otros factores señalados por los analistas incluyen cuellos de botella regulatorios, escasez de infraestructura energética, aumento de la violencia y la persistente desconfianza empresarial respecto al Estado de derecho.
Empleo débil e inflación castigan al consumo
En paralelo, el consumo también ha sido golpeado por una combinación de menor crecimiento del empleo y aumento de precios. Arturo Vieyra, economista en jefe de Grupo Coppel, explicó que la masa salarial tuvo un crecimiento limitado durante el primer trimestre, lo que redujo el poder adquisitivo de las familias.
“La inflación sigue afectando, en particular, al rubro de alimentos. Eso frena de manera directa el consumo de los hogares más vulnerables, que destinan una parte importante de su ingreso a necesidades básicas”, dijo.
Aunque el gobierno mantiene una narrativa optimista, los datos revelan un panorama de estancamiento. Las condiciones actuales —tasas de interés elevadas, inversión paralizada, empleo debilitado y presiones externas— dibujan un segundo trimestre complicado y alejan la posibilidad de un repunte económico sostenido durante 2025.
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