«El terreno contribuye a la victoria», escribió Carl von Clausewitz, y el ejército de Irán parece haber adoptado esa máxima al pie de la letra. Aprovechando su geografía montañosa, ha desarrollado una red de búnkeres conocidos como «ciudades de misiles», donde almacena y desde donde puede lanzar su armamento más sofisticado, incluidos misiles balísticos capaces de alcanzar territorio israelí.
Estas instalaciones, cuyo número y ubicación exactos se desconocen, están diseñadas para proteger su arsenal de ataques preventivos. Enterradas hasta medio kilómetro bajo tierra, algunas de estas bases incluso operan como fábricas donde se ensamblan y preparan los misiles. Esta red subterránea representa una amenaza latente para Israel, en un contexto de creciente tensión militar entre ambos países.
Infraestructura oculta y letal
El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) ha promovido activamente el concepto de «ciudades de misiles» desde hace años. Estas instalaciones no son simples depósitos: consisten en vastos túneles reforzados con concreto, dotados de lanzaderas móviles, drones, y sistemas de defensa aérea. Camiones cargados con misiles Haj Qasem, Emad, Sejjil y Kheibar Shekan son parte del paisaje subterráneo, según videos oficiales difundidos por el régimen.
Uno de los altos mandos del CGRI, Amir Ali Hajizadeh, recientemente fallecido tras un ataque israelí, aseguró que algunas de estas bases están a 500 metros de profundidad. El objetivo: escapar a los satélites espías y resistir incluso las bombas más poderosas del arsenal de EE. UU. y sus aliados.
Expertos como Behnam Ben Taleblu, del centro estadounidense Fundación para la Defensa de la Democracia, afirman que el verdadero desafío para Israel no es destruir estas bases, sino encontrarlas. «No se sabe dónde están, y hasta que eso no ocurra, no pueden ser neutralizadas», dijo a BBC Mundo.
Misiles para atacar desde las sombras
Irán ha presumido que su arsenal puede alcanzar hasta 2.000 kilómetros. Eso incluye a Israel, Arabia Saudita, India y partes de Europa Oriental. Misiles como el Emad ya fueron utilizados en abril de 2024 contra la base israelí de Navatim, mientras que el Sejjil ha sido empleado durante la ofensiva iniciada el 13 de junio de este año.
El Sejjil es un misil balístico de dos etapas, 18 metros de largo y con capacidad de impacto lejano. Su uso reciente evidencia que Irán se ha visto forzado a lanzar desde más adentro de su territorio, lo que limita sus opciones. Según el Instituto de Estudios de la Guerra de EE. UU. (ISW), Israel ha destruido entre la mitad y dos tercios de las plataformas de lanzamiento iraníes.
Aun así, Teherán conserva un arsenal que, según inteligencia estadounidense, podría sumar hasta 3.000 misiles. Israel estima que, desde el inicio del conflicto actual, se han lanzado 370 misiles hacia su territorio.
¿Conexión nuclear?
Hasta ahora, no existe evidencia concreta de que las ciudades de misiles estén conectadas directamente con el programa nuclear iraní. Según Sidharth Kaushal, del Real Instituto de Servicios Unidos de Reino Unido, las bases como la de Kermanshah albergan misiles convencionales, no nucleares. Sin embargo, cohetes como el Shahab-3 o el Khorramshahr podrían ser adaptados para transportar ojivas nucleares si Irán decidiera avanzar en esa dirección.
Taleblu advierte que la infraestructura ya existe: “Si Irán quisiera convertir en un arma su programa nuclear, tiene los cohetes listos para hacerlo”.
Blancos prioritarios para Israel
Las «ciudades de misiles» han sido el blanco de ataques israelíes esta misma semana. Aviones y misiles de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) impactaron complejos subterráneos en Jorramabad, Kermanshah y Tabriz, según el CSIS. Aunque se han logrado destruir instalaciones clave, las defensas subterráneas, su blindaje y la dispersión geográfica dificultan su completa aniquilación.
Expertos como Patrycja Bazylczyk, del CSIS, consideran que si bien los objetivos subterráneos son difíciles, la superioridad aérea israelí podría degradar significativamente las capacidades de respuesta iraníes.
Amenaza persistente
Aunque Israel ha infligido daños significativos al aparato militar iraní, los analistas coinciden en que las ciudades de misiles siguen siendo una amenaza directa. Su ocultamiento, blindaje y capacidad ofensiva les permiten sobrevivir a ofensivas aéreas, y seguir funcionando como plataformas de lanzamiento.
El conflicto actual ha convertido estas bases subterráneas en un símbolo de la resiliencia militar iraní, pero también en un posible talón de Aquiles si logran ser localizadas y destruidas.
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