La eliminación de Costa Rica del Mundial 2026 marcó el final abrupto del ciclo de Miguel Herrera, un proyecto que llegó con expectativas altas y terminó con uno de los tropiezos más severos para el fútbol tico. La selección empató sin goles ante Honduras en el cierre de las eliminatorias de la Concacaf, un resultado que los dejó sin opciones de clasificación y detonó un rechazo generalizado hacia el técnico mexicano. La presión creció desde las tribunas hasta los sectores más influyentes del futbol centroamericano, convirtiendo la noche en San José en un veredicto contundente para el Piojo y para una gestión que nunca logró transmitir estabilidad ni contundencia ofensiva.
Fallas tácticas y un cierre sin respuestas
El conjunto costarricense llegaba con un escenario complejo pero alcanzable: ganar y esperar la caída de Haití. Sin embargo, el equipo de Herrera careció de profundidad, ritmo y efectividad. Durante la primera mitad, Costa Rica controló la posesión, pero generó ataques aislados que no alteraron la estructura defensiva hondureña. El disparo de larga distancia de Warren Madrigal y el remate de cabeza de Francisco Calvo fueron las pocas señales de peligro, ambas sin precisión suficiente para cambiar la inercia del partido.
Conforme avanzaron los minutos, la tensión en el Estadio Nacional creció. Las imprecisiones en el último tercio del campo provocaron frustración en las tribunas, que ya venían marcadas por jornadas previas en las que Costa Rica dejó escapar puntos clave. La falta de variantes ofensivas fue evidente y el equipo hondureño aprovechó para generar su llegada más clara en los pies de Joseph Rosales, pero Keylor Navas evitó el gol que habría sentenciado aún más temprano la eliminación.
El segundo tiempo fue una extensión del mismo guion. Costa Rica mantuvo el balón, pero sin profundidad; Honduras se mantuvo ordenada y sin asumir riesgos innecesarios. La afición perdió la paciencia y explotó al minuto 55 con un grito unánime: «Fuera Piojo». Ese momento sintetizó el desgaste entre la grada y el proyecto de Herrera, que acumulaba críticas desde que dejó escapar una ventaja de dos goles ante Haití semanas atrás.
La presión crece alrededor del banquillo de Herrera
Las peticiones para la destitución del técnico mexicano se intensificaron. Sectores de la prensa costarricense lo habían presionado desde las primeras exhibiciones de poca claridad táctica, y el empate sin goles ante Honduras confirmó la falta de evolución del equipo. Para muchos analistas, Costa Rica nunca encontró un estilo identificable bajo la dirección de Herrera, ni en defensa ni en ataque.
A esa presión social se suma un golpe histórico: Costa Rica no queda fuera de un Mundial masculino desde Sudáfrica 2010. Después de tres participaciones consecutivas —Brasil 2014, Rusia 2018 y Qatar 2022— la derrota representa un retroceso profundo en una región donde México, EE. UU. y Canadá no participaron en las eliminatorias por ser anfitriones. Para la afición tica, la ausencia del equipo en 2026 resulta especialmente dolorosa porque la clasificación parecía más accesible que en ciclos anteriores.
Un fracaso que deja heridas deportivas y anímicas
La selección se va del proceso con una identidad fragmentada y un ambiente intoxicado por la presión de resultados que nunca llegaron. Los abucheos, los señalamientos al cuerpo técnico y el desencanto del público consolidan la percepción de que el proyecto Herrera no encontró dirección. Aunque el entrenador intentó sostener una estructura basada en posesión, la falta de profundidad evidenció limitaciones difícilmente reversibles en una eliminatoria tan corta.
En Costa Rica ya se habla de una reestructuración profunda, desde el análisis de la dirección técnica hasta la evaluación de una generación que no respondió como se esperaba. La derrota también deja en evidencia la urgencia de modernizar procesos de formación y competitividad en la región.
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