La industria del lujo se reacomoda. Grupo Prada finalizó la adquisición de Versace por 1,375 millones de dólares, una operación que redefine fuerzas dentro del sector y marca un movimiento clave en la estrategia italiana por recuperar marcas icónicas que en décadas recientes migraron a manos de conglomerados extranjeros. La compra, aprobada por los reguladores europeos, no solo garantiza el control de una de las casas de moda más influyentes del mundo, sino que también posiciona a Prada como un nuevo jugador de talla global en el segmento premium, con impacto directo en mercados como México, donde ambas marcas mantienen presencia relevante.
Un acuerdo estratégico para fortalecer al lujo italiano
Prada confirmó que la operación se concretó tras obtener todas las autorizaciones normativas, mientras que Capri Holdings, la matriz vendedora, detalló que los recursos servirán para reducir la mayor parte de su deuda, con el objetivo de apuntalar a sus otras marcas: Michael Kors y Jimmy Choo. John D. Idol, presidente ejecutivo de Capri, señaló que Prada es “el socio ideal para guiar a Versace hacia su próxima era de crecimiento”, reconociendo además el liderazgo de Donatella Versace y su equipo.
En abril, cuando se anunció el acuerdo, Prada estimó un precio de compra de 1,250 millones de euros (unos 1,451 millones de dólares). El cierre finalizó por debajo de ese monto, aunque la cifra se mantiene entre las más altas de los últimos años en adquisiciones del sector.
La integración también acelera el ascenso de Lorenzo Bertelli, hijo de Miuccia Prada, quien asumirá el cargo de presidente ejecutivo de Versace. Bertelli ya había adelantado que completar esta compra era la «prioridad» del grupo y descartó que, por ahora, se contemple adquirir otra casa importante como Armani.
Competencia global y ambición italiana en el mercado del lujo
La Comisión Europea autorizó la transacción tras concluir que no representa riesgos para la competencia. Para analistas, este movimiento se suma a un intento por consolidar un polo italiano capaz de enfrentar el dominio de conglomerados como LVMH o Kering. Durante años, marcas familiares italianas fueron absorbidas por corporaciones francesas, suizas o estadounidenses.
En este contexto, la unión Prada–Versace impulsa la idea de un núcleo de lujo «hecho en Italia», capaz de conservar identidad, diseño distintivo y dirección creativa local. Para el mercado mexicano, donde Versace mantiene clientela consolidada y Prada ha ampliado su presencia, la operación anticipa nuevas estrategias comerciales, colecciones más integradas y una posible expansión en puntos de venta premium.
Un reacomodo que impacta a consumidores y tendencias
Idol reconoció la salida de Versace con elogios hacia su equipo creativo y operativo. Por su parte, Prada evita una expansión desordenada y apuesta por fortalecer una marca que conserva un valor cultural profundo y una identidad de moda que dialoga con nuevas generaciones de consumidores globales.
Los analistas sugieren que este tipo de compras podría redefinir estrategias de precios, distribución y presencia digital, en un momento marcado por consumidores más selectivos y exigentes. A pesar de ello, Bertelli insistió en que el objetivo inmediato será estabilizar y potenciar Versace antes de contemplar nuevas expansiones.
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