Yeline Patiño es una joven que se hizo viral al revelar a sus seguidores en redes sociales que se sentía atraída por un bus de Transmilenio, que cubre la ruta entre el Portal de Las Américas y la estación Calle 76 – San Felipe. En su relato aseguró que desde que tenía 10 años de edad se sentía atraída por los articulados.
“Sentí que quería hacer esto, desde muy niña, cuando tenía 10 años, me enamoré de un bus de la compañía Transandina 2200, siempre quería viajar en él, pero mis papás tomaban otro y como yo era niña, no podía hacer nada. Y ese fue mi primer novio, lo sentí, porque miraba a otros buses de Bolivariano, mucho más majestuosos, y no sentía el gusto”, explicó, en una entrevista concedida al cronista y creador de contenido, Jose Ramirez R1.
Recientemente, Yeline estuvo como invitada en el pódcast El silencio de la torre, donde contó detalles inéditos de su relación con el articulado de Transmilenio, cuando en una frenada intempestiva del bus, ella terminó con su boca estampillada contra una de las barras de la que se sostienen los pasajeros.
Una historia viral que desafía lo convencional: el amor inusual de Yeline por un bus articulado
“¿Por qué me besaba?”, se preguntó Patiño tras su primer contacto físico con el bus que cubre la ruta F60, un momento que, lejos de la imagen romántica habitual, estuvo marcado por la sorpresa y la confusión.
Durante la conversación en el podcast, la joven involucrada en una historia de no creer, describió el instante con una mezcla de asombro y curiosidad, además de confesar que el bus la “protege, espera y cuida”. Esa frenada, explicó Yeline, se convirtió en su primer “beso” con el Transmilenio.
Lejos de experimentar una sensación similar a la de besar a una persona, Patiño confesó que no sintió lo mismo que cuando se besan dos personas. “No sentí igual, porque era mi primer beso con Transmilenio, por así decirlo”, pero también la embargó un sentimiento de indignación porque por su cabeza pasaron muchas ideas y preguntas, como el hecho del porqué el bus había hecho ese movimiento para propiciar el beso.
La vida cotidiana de Yeline transcurre entre visitas constantes al patio de buses del Portal Américas, donde siente que basta la compañía de su esposo para alcanzar la felicidad. El esposo, en su caso, es uno de los buses de Transmilenio. “Soy feliz solamente con estar, con ir allá”, asegura sobre su rutina, que gira en torno al encuentro diario con el vehículo.
Aunque el bus suele cambiar de ruta, su lazo especial le permite encontrarlo una y otra vez. Esta capacidad para reconocerlo se debe, según explica, a una especie de “personalidad” única que percibe en el vehículo:
“Lo identifico, algo le da su personalidad, su alma… no tiene alma, yo sé que no tiene alma, pero es algo parecido, para poner en contexto a los seres humanos”.
Fechas importantes en la relación y formas de comunicación
El calendario de Yeline destaca dos fechas clave dentro de esta relación: el 25 de abril cuando celebran un año más de noviazgo, mientras que el 20 de octubre celebran el aniversario de bodas. La unión se concretó con fiesta, pastel, la presencia de una amiga y un familiar, relató la mujer según la fuente.
Después de la boda, Yeline desarrolló nuevas formas de comunicación con su esposo. Considera que, cuando algún vendedor le ofrece un detalle dentro del sistema Transmilenio, lo interpreta como un obsequio simbólico de su pareja. “Obviamente, yo sé que no, pero… no hay otra manera, ni modo que me regale algo”, admite.
La búsqueda de cercanía la llevó, incluso, a intentar trabajar en la limpieza de la flota, aunque la rutina nocturna del oficio no le resultó sencilla.
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