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    Bolivia ratifica distancia con régimen de Nicolás Maduro

    El nuevo gobierno de Bolivia, liderado por el presidente Rodrigo Paz, ha marcado un viraje en su política exterior al anunciar la reanudación de relaciones diplomáticas plenas con Estados Unidos tras 17 años de ruptura, y adoptar una postura más distante de los regímenes de Nicaragua, Cuba y Venezuela, priorizando la democracia como pilar central. Este cambio, expuesto por el canciller Fernando Aramayo, rompe con la alineación ideológica del Movimiento al Socialismo (MAS) que dominó dos décadas, apostando por un enfoque pragmático que busca abrir Bolivia al mundo sin cerrar puertas al diálogo necesario.

    Paz, centroderechista del Partido Demócrata Cristiano (PDC), asumió el cargo el 8 de noviembre de 2025 en La Paz, con un 54% de votos en el balotaje histórico contra Jorge «Tuto» Quiroga. Su investidura contó con delegados de 50 naciones, incluyendo al subsecretario de Estado estadounidense Christopher Landau, quien selló el restablecimiento de embajadores. «Vamos a restablecer relaciones a nivel de embajadores, como siempre debería ser», declaró Landau, calificando la ausencia previa como «insólita». Paz, hijo del exmandatario Jaime Paz Zamora, enfatizó: «Nuestro mensaje es claro: poner a Bolivia en el mundo y que el mundo venga a Bolivia».

    Puentes con Washington

    La ruptura data de 2008, cuando Evo Morales expulsó al embajador Philip Goldberg por supuesta injerencia. Bajo Luis Arce (2020-2025), Bolivia se alineó al ALBA con Cuba y Venezuela, suspendiendo ahora su membresía tras el giro de Paz. Aramayo, economista de 51 años con trayectoria en el PNUD, detalló en medios nacionales: «Vamos a convivir con quienes compartimos valores, pero sin dejar de dialogar con otros». Su gestión impulsará una «diplomacia digital» para posicionar a Bolivia como innovadora, con énfasis en comercio y cooperación contra ilícitos.

    El anuncio incluyó una donación de EE. UU. de US$700.000 en medicamentos para VIH, simbolizando la nueva era. Paz sostuvo una llamada con Landau pre-asunción, gestionando apoyo para la crisis económica —escasez de combustible y reservas agotadas—.

    Analistas como Gabriela Keseberg Dávalos destacan que este pragmatismo responde a la desilusión con el MAS, que dejó un país «devastado».

    Democracia como brújula

    La democracia define los lazos: Paz invitó a la opositora venezolana María Corina Machado, Nobel de la Paz 2025 por su «lucha incansable por la transición pacífica de la dictadura», a su investidura. «Es un logro para Venezuela entera», dijo Machado desde la clandestinidad, donde vive por persecución de Maduro. Bolivia mantiene representación diplomática en Caracas, pero Aramayo anticipa «alejamiento en interlocución con regímenes ajenos a estándares democráticos». Ausentes: líderes de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

    Regionalmente, el foco está en Chile. Sin embajadores desde 1978 por la disputa del Pacífico —fallada en contra de Bolivia por la CIJ en 2018—, Paz busca diálogo pese a la historia. La presencia de Gabriel Boric en la ceremonia fue clave: «Me voy con ganas de seguir trabajando por la hermandad de nuestros pueblos», expresó el chileno. Aramayo, con experiencia en mediación, impulsará «puentes y alianzas estratégicas», reconstruyendo la carrera diplomática desmantelada por el MAS.

    Este viraje llega en crisis: Bolivia enfrenta recortes de subsidios y formalización económica bajo la «Agenda 50/50» de Paz, que descentraliza presupuestos. DW reporta que el gobierno excluye a «países sin democracia», ganando respaldo de EE.UU. e Israel. Infobae confirma la distancia con Maduro. Mientras Evo Morales critica el «proimperialismo», Paz jura prosperidad: «Nunca más una Bolivia sometida a ideologías fracasadas»

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