El Congreso de El Salvador, dominado por el partido Nuevas Ideas, aprobó el 31 de julio una reforma constitucional que permite la reelección presidencial indefinida, extendiendo el mandato de cinco a seis años y eliminando la segunda vuelta electoral. Esta medida, ratificada en una sola sesión sin debate, allana el camino para que el presidente Nayib Bukele, de 44 años, pueda postularse a un tercer mandato en 2027. Bukele defendió la reforma en X, argumentando: “El 90% de los países desarrollados permiten la reelección indefinida, pero cuando un país pequeño como El Salvador lo hace, se convierte en el fin de la democracia”.
La reforma, respaldada por 57 de 60 diputados, también acorta el actual mandato de Bukele, iniciado en 2024, para concluir en 2027, unificando elecciones presidenciales, legislativas y municipales. Ana Figueroa, diputada oficialista, justificó la medida como una forma de “darle poder al pueblo”, equiparando la presidencia a otros cargos reelegibles sin restricciones.
Críticas internacionales y riesgos democráticos
La decisión ha generado críticas contundentes. Juanita Goebertus, de Human Rights Watch, comparó el proceso con el de Venezuela, advirtiendo que “empieza con un líder popular y termina en dictadura”. La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) condenó la “flagrante manipulación” de la Constitución, señalando un “desmantelamiento de la democracia”. Noah Bullock, de Cristosal, afirmó que la reforma refleja un modelo autocrático similar al de Nicaragua o Rusia, acompañado de represión a periodistas y defensores de derechos humanos.
Un camino controvertido
Bukele, reelecto en 2024 con el 84.6% de los votos, ya había superado trabas constitucionales gracias a una Corte Suprema afín que en 2021 reinterpretó la prohibición de reelección. Su popularidad, impulsada por la reducción de homicidios mediante un estado de excepción desde 2022, contrasta con críticas por detenciones arbitrarias de más de 87,000 personas, según ONG como Cristosal. La oposición, como la diputada Marcela Villatoro, calificó la reforma como “la muerte de la democracia”.
Aunque Bukele no ha confirmado si buscará un tercer mandato, la reforma consolida su control político, generando preocupación regional sobre el futuro democrático de El Salvador.
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