La administración del presidente Donald Trump anunció este martes que retirará oficialmente a Estados Unidos de la Unesco, en una repetición de la misma medida adoptada durante su primer mandato. La decisión, que entrará en vigor el 31 de diciembre de 2026, vuelve a marcar distancia entre Washington y la organización de Naciones Unidas encargada de promover la paz mediante la cooperación internacional en educación, ciencia y cultura.
La portavoz de la Casa Blanca, Anna Kelly, justificó la salida asegurando que “la Unesco apoya causas culturales y sociales woke y divisivas, totalmente fuera de sintonía con las políticas de sentido común por las que los estadounidenses votaron en noviembre”.
Por su parte, el Departamento de Estado remarcó que la membresía en la Unesco “no es de interés nacional” y acusó a la agencia con sede en París de impulsar una “agenda globalista e ideológica para el desarrollo internacional”, lo cual, afirmó, contradice la política exterior de “Estados Unidos Primero” del actual gobierno.
Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, lamentó profundamente la decisión, aunque admitió que era esperada y que la organización ya había tomado previsiones. Indicó que, tras el primer retiro ordenado por Trump en 2017 —revertido por Joe Biden en 2023—, la agencia diversificó sus fuentes de financiamiento, por lo que actualmente solo el 8% de su presupuesto proviene de aportes estadounidenses.
Impacto financiero será limitado
Desde la sede de la Unesco se señaló que el impacto financiero de la salida será limitado, pero reconocieron que políticamente la medida refleja un nuevo revés para el multilateralismo.
Estados Unidos ya se ha retirado anteriormente de otros organismos internacionales bajo Trump, como la OMS, el Acuerdo de París sobre cambio climático y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Aunque durante su segundo mandato restableció varias de esas decisiones, ahora vuelve a marcar distancia en sectores clave.
Política exterior y Palestina: los otros motivos del rompimiento
Entre las razones adicionales para la salida se encuentra la admisión de Palestina como estado miembro de la Unesco, una decisión adoptada en 2011 y que desde entonces ha sido foco de tensión. El Departamento de Estado señaló que esta acción es “contraria a la política estadounidense y contribuye a la proliferación de la retórica antiisraelí dentro de la organización”.
La Unesco ha respaldado resoluciones en defensa del patrimonio cultural palestino en Jerusalén Este y otras zonas ocupadas, lo que ha generado fricciones con Israel y con sus aliados. Para la administración Trump, esta postura refuerza la idea de que la agencia adopta lineamientos que considera sesgados y contrarios a sus intereses diplomáticos.
Funcionarios del gobierno insistieron en que la decisión no implica una renuncia al multilateralismo en general, sino un llamado a repensar la participación de EE. UU. en organismos que, en su visión, no respetan “los principios básicos de imparcialidad y eficacia”.
Esta decisión ha generado reacciones mixtas dentro del Congreso. Mientras sectores republicanos aplauden la medida como una afirmación de soberanía, legisladores demócratas la califican como “una afrenta a la diplomacia cultural” y advierten que aleja aún más a Estados Unidos de sus aliados europeos y latinoamericanos.
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