Un rincón oculto en la cima del Monumento a la Revolución ofrece café, postres y una de las mejores vistas panorámicas de la CDMX.
En el corazón de la colonia Tabacalera, el Monumento a la Revolución guarda un secreto que pocos capitalinos conocen: en su parte más alta, a 52 metros de altura, se encuentra el Café Mirador Emile, un sitio que combina historia, arquitectura y una vista privilegiada con café y postres para quienes se atreven a subir.
El acceso es sencillo, aunque no gratuito. Por 150 pesos, los visitantes pueden tomar el elevador desde la base del monumento hasta el mirador, donde además de tener una panorámica de casi 360 grados de la Ciudad de México, se puede disfrutar de un café con calma, lejos del bullicio urbano.
De Palacio Legislativo inconcluso a terraza con historia
Originalmente concebido como el Palacio Legislativo de Porfirio Díaz, el edificio iba a ser el equivalente mexicano del Capitolio de Washington. Su construcción comenzó el 23 de septiembre de 1910, como parte de los festejos por el centenario de la Independencia. El diseño corrió a cargo del arquitecto francés Émile Bénard, y su estilo neoclásico ecléctico fusionaba elementos renacentistas con una clara asimetría.
Sin embargo, el estallido de la Revolución Mexicana interrumpió el proyecto. Décadas después, en 1933, el arquitecto Carlos Obregón Santacilia transformó la estructura inconclusa en un homenaje a la Revolución, adoptando el estilo Art Decó que hoy lo caracteriza.
Además de sus funciones conmemorativas y de albergar los restos de figuras clave del movimiento revolucionario, el monumento también se ha convertido en un espacio cultural y turístico. Es precisamente ahí donde se integra el Café Mirador Emile, cuyo nombre rinde homenaje al arquitecto francés que trazó el proyecto original.
Café con vistas de postal
La propuesta gastronómica de Café Mirador Emile es modesta pero funcional. Su menú incluye postres sencillos, cafés decorativos y bebidas que se prestan para fotografías “instagrameables”. El ambiente es acogedor, con pocos asientos y una atmósfera tranquila, ideal para citas románticas, pausas turísticas o momentos de contemplación.
Lo más impactante, sin embargo, es la vista. Desde esa altura, los visitantes pueden ver desde la Torre Latinoamericana hasta el Castillo de Chapultepec, dependiendo de la claridad del día. Además, el Monumento a la Revolución ofrece ocasionalmente recorridos al amanecer o atardecer, lo que multiplica el atractivo del lugar para los amantes de la fotografía o quienes buscan planes diferentes en la capital.
A pesar de que no es un lugar con gran promoción, Café Mirador Emile se ha mantenido como uno de esos sitios que se transmiten de boca en boca. Su discreción y ubicación le otorgan un carácter exclusivo que contrasta con la cotidianidad que suele rodear al monumento.
Así que si buscas una experiencia distinta, lejos de las terrazas de siempre, este café entre las alturas de la historia puede ser justo lo que necesitas.
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