En una ciudad donde los tacos y la cerveza dominan la escena gastronómica, Off The Vine se alza como un santuario para los amantes del buen vino, el queso europeo y el fondue artesanal. Ubicado en el corazón de Playa del Carmen, este local ofrece una experiencia alternativa y sofisticada que rompe con el molde del «todo con tortilla».
Con música ambiental que invita a la conversación, una iluminación cálida y mesas comunales de madera, el lugar tiene un aire europeo sin pretensiones. Pero lo que realmente lo distingue es su selección: más de 150 etiquetas de vino de todo el mundo, tablas de quesos curados y una fondue de queso gruyere con vino blanco seco que se ha convertido en el favorito de locales y turistas por igual.
Una barra que no es de tequila
En Off The Vine, las botellas no se alinean para shots, sino para maridajes. Los vinos provienen de regiones como Mendoza, Ribera del Duero, Toscana y Baja California. Puedes pedir una copa, una botella o un flight de degustación mientras pruebas una tapa de jamón serrano o una raclette fundida.
«Queríamos un espacio donde la gente pudiera sentarse sin prisas, beber bien y comer algo que no fuera tacos», cuenta uno de los socios. Y lo lograron. Aquí no hay salsas picantes, sino mostazas artesanales y compotas de higos que acompañan quesos como manchego, gouda ahumado o azul danés.
El fondue, joya de la casa
El fondue se sirve burbujeante en su olla de hierro fundido, con pan campesino tostado, vegetales al vapor y manzana verde. No es un platillo que se encuentre fácilmente en la Riviera Maya, pero aquí es protagonista. Puedes acompañarlo con un Chardonnay mexicano o un Pinot Noir chileno, y dejar que la combinación hable por sí sola.

La experiencia va más allá del paladar: el lugar organiza catas temáticas, noches de jazz y veladas de trivia enófila. Además, tienen una pequeña tienda donde puedes comprar una botella o un queso para llevar.
Off The Vine no busca competir con los antojos típicos de la zona, sino ofrecer una alternativa para quienes quieren algo diferente. En una ciudad saturada de tacos, es refrescante encontrar un rincón donde el queso se derrite y el vino nunca falta.

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