El Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes de EE. UU., liderado por demócratas, publicó este miércoles tres correos electrónicos del fallecido Jeffrey Epstein, en los que el financista convicto por abusos sexuales a menores alega que el presidente Donald Trump «pasó horas» en su mansión con una víctima de su red de tráfico sexual, y que «sabía lo de las chicas».
Los mensajes, extraídos de más de 23,000 documentos del patrimonio de Epstein, involucran a su expareja Ghislaine Maxwell —condenada a 20 años por facilitar abusos— y al periodista Michael Wolff, y avivan el escrutinio sobre la relación entre ambos hombres, que Trump describe como una amistad rota hace décadas.
En un email de abril de 2011 a Maxwell, Epstein escribe: «Quiero que te des cuenta de que el perro que no ha ladrado es Trump. (La víctima) pasó horas en mi casa con él, no lo ha mencionado ni una sola vez». Maxwell responde: «He estado pensando en eso…».
Otro, de diciembre de 2015, muestra a Wolff alertando a Epstein sobre preguntas de CNN a Trump sobre su vínculo: «¿Si pudiéramos escribir una respuesta para él, cómo crees que debería ser?». Epstein replica con estrategias para «perjudicarlo» o «salvarlo», sugiriendo que Trump podría defenderlo públicamente. Finalmente, en enero de 2019, Epstein le dice a Wolff: «Trump dijo que me pidió que renunciara, nunca más un miembro. Por supuesto, él sabía lo de las chicas porque pidió a Ghislaine que parara».
¿Conocimiento o encubrimiento?
Los demócratas, como el representante Robert Garcia (D-CA), ven en estos intercambios «preguntas graves» sobre lo que la Casa Blanca oculta: «Estos emails plantean interrogantes sobre la naturaleza de la relación entre Epstein y el presidente». El republicano James Comer (R-KY), ranking member, acusó a los demócratas de filtrar selectivamente para «generar clickbait» y retener documentos que nombran a demócratas, como Bill Clinton. La víctima anónima, identificada por republicanos como Virginia Giuffre —fallecida por suicidio en abril de 2025—, negó repetidamente irregularidades con Trump: «No pudo haber sido más amable en nuestras escasas interacciones», según testimonios previos.
Epstein, arrestado en julio de 2019 por tráfico sexual de decenas de menores en los 2000, se suicidó en su celda. Su red involucró a élites como el príncipe Andrés —demandado por Giuffre— y Trump, quien bromeó en 2002: «Es un tipo genial… Me gustan las mujeres jóvenes como él». Trump expulsó a Epstein de Mar-a-Lago en 2007 por acosar empleadas, incluyendo a Giuffre, según la Casa Blanca. Wolff, autor de «Fire and Fury», recibió los emails como fuente para su libro sobre Trump.
Respuesta de la Casa Blanca
La portavoz Karoline Leavitt rechazó los documentos como «intentos de mala fe para desviar la atención de los logros del presidente»: «Los demócratas filtraron selectivamente a medios liberales para crear una narrativa falsa». Insistió en que Giuffre exoneró a Trump y que él cortó lazos con Epstein por su conducta «creepy». Trump, en un mitin en Florida el martes, reiteró: «Fui el primero en denunciarlo; no sabía nada de sus crímenes». Demócratas como Ro Khanna (D-CA) exigen la liberación total de los «archivos Epstein», que incluyen vuelos en el Lolita Express —Trump voló una vez en 1997, sin menores reportados—.
Este revivir del caso Epstein —que salpicó a Trump con demandas desestimadas en 2016— llega en un segundo mandato marcado por demandas de transparencia. Giuffre, clave en el juicio a Maxwell, demandó a Trump en 2015 por difamación, pero retiró cargos sin hallazgos de abuso. Los emails, redactados en nombres de víctimas, no prueban delitos, pero sugieren intimidad: Epstein alquiló un piso en Trump Tower en los 80.
La Casa Blanca acusa «caza de brujas preelectoral»; demócratas, «encubrimiento». Mientras Maxwell apela su sentencia, el Congreso debate: ¿desclasificar 20,000 páginas más? En un EE. UU. dividido, estos emails no cierran heridas; las reabren, recordando que el poder y el abuso, una vez entrelazados, dejan huellas eternas.
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