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    Bombardeo masivo ruso golpea Kiev y deja víctimas en varios distritos de la capital

    El más reciente ataque combinado lanzado por Rusia contra Kiev volvió a exhibir la vulnerabilidad de la capital ucraniana ante una ofensiva que, según el presidente Volodímir Zelensky, buscó causar el máximo daño posible a la población civil. La operación, desarrollada entre el jueves por la noche y las primeras horas del viernes, dejó decenas de heridos —incluidos menores y una mujer embarazada— y al menos cuatro personas muertas, mientras equipos de emergencia trabajaron sin descanso entre edificios destruidos y calles convertidas en zonas de rescate.

    Rusia intensifica su presión militar sobre la capital ucraniana

    El ataque empleó cerca de 430 drones y 18 misiles, entre ellos proyectiles balísticos y aerobalísticos que ampliaron el rango y la potencia de la ofensiva. El Gobierno ucraniano informó que varios edificios residenciales en Kiev sufrieron daños severos, especialmente en zonas densamente pobladas. La embajada de Azerbaiyán también resultó impactada por fragmentos de un misil Iskander.

    Zelensky calificó el ataque como un acto “cruel” y “calculado”, dirigido explícitamente a romper la resiliencia de la población. Aseguró que Ucrania continúa respondiendo con capacidad de largo alcance, aunque advirtió que los sistemas de defensa aérea siguen siendo insuficientes frente al volumen de ataques rusos.

    El ministro del Interior, Ígor Klymenko, informó avances en las tareas de búsqueda y resguardo. Equipos de rescate y voluntarios se desplegaron en varios distritos para retirar escombros y evacuar a residentes afectados por las explosiones. Según Tymur Tkachenko, jefe de la administración militar de Kiev, “los rusos están atacando edificios de departamentos en casi todos los distritos”, una señal de que Moscú amplió su objetivo territorial.

    Las regiones de Járkov y Odesa también fueron golpeadas durante la misma ofensiva. Autoridades locales confirmaron daños en infraestructura eléctrica y vial, sin descartar más víctimas conforme avancen los trabajos de rescate en zonas todavía inaccesibles.

    Estados Unidos, por su parte, aprobó recientemente la venta de repuestos y equipos de mantenimiento para aeronaves militares de Taiwán, una decisión que, aunque no vinculada directamente con Ucrania, mantiene la presión estratégica en el tablero global que enfrenta a Washington con Moscú y Pekín.

    Ataques constantes y un invierno que amenaza con empeorar la situación

    La ofensiva coincide con un mensaje previo de Zelensky acerca del riesgo creciente que enfrenta el país ante la llegada del invierno. El mandatario advirtió que los cortes eléctricos provocados por ataques rusos contra infraestructura energética podrían extenderse hasta por ocho horas diarias en los meses más fríos.

    Aunque Ucrania ha incrementado su capacidad de importación de electricidad desde la Unión Europea, autoridades locales reconocen que el desafío será mayúsculo. Oleksí Brejt, jefe interino de Ukrenergo, señaló que mientras continúen los ataques del Kremlin contra centrales eléctricas y líneas de transmisión, el país tendrá serias dificultades para garantizar el suministro continuo.

    Zelensky viajó a Zaporizhzhia un día antes del ataque para reforzar la moral de las tropas y reiterar el compromiso del Gobierno con la defensa de cada región. “Los rusos quieren que la vida en Ucrania sea insoportable”, dijo el presidente. “Estamos haciendo todo lo posible para proteger a nuestro Estado y a todas las personas”.

    Mientras continúan los bombardeos, la administración ucraniana insiste en la necesidad de que sus aliados aceleren la entrega de sistemas de defensa aérea avanzados. Zelensky volvió a presionar a la comunidad internacional al afirmar que “el mundo debe detener estos atentados contra la vida mediante sanciones”, y remarcó que Rusia todavía logra financiar su maquinaria militar gracias a la venta de petróleo en mercados globales.

    La combinación de ataques masivos, infraestructura debilitada y la proximidad del invierno configura un escenario crítico para Ucrania, que enfrenta su tercer invierno consecutivo bajo el asedio ruso. Las autoridades locales temen que nuevas oleadas de bombardeos busquen agravar todavía más las condiciones humanitarias.

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