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    Israel redobla ataques a Irán y Trump busca colapsar al régimen islámico

    Mientras Israel ataca instalaciones militares en Irán, Estados Unidos mueve piezas diplomáticas con ayuda de Putin para contener a Khamenei. Pero el líder iraní no muestra señales de ceder.

    Con bombardeos dirigidos contra blancos estratégicos en Irán, el gobierno de Benjamín Netanyahu intensifica su campaña para frenar el programa nuclear iraní y debilitar sus defensas militares. Las ofensivas, coordinadas con el Pentágono, se enfocaron en los complejos de Fordow, Natanz e Isfahan, que también fueron atacados con bombas antibúnker por aviones B-2 estadounidenses.

    Desde la Casa Blanca, el presidente Donald Trump confirmó la operación flanqueado por su vicepresidente J.D. Vance, el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth. Según explicó, la decisión se tomó tras el colapso de una negociación diplomática secreta con Teherán, mediada por Turquía.

    El juego diplomático se fractura mientras se avivan los tambores de guerra

    Antes de ordenar el ataque, Trump autorizó al vicepresidente J.D. Vance y a su enviado especial, Steve Witkoff, a negociar en Estambul con el canciller iraní Abbas Araqchi. Sin embargo, el intento se desmoronó cuando Araqchi comunicó que no pudo contactar al ayatollah Ali Khamenei, máxima autoridad en Irán.

    Horas después, Trump ejecutó la ofensiva. La respuesta de Khamenei no tardó. Desde su cuenta oficial en X, el líder religioso calificó los ataques como «un gran crimen» y advirtió que «el enemigo sionista» sería castigado, insinuando una represalia inminente.

    La posibilidad de una escalada directa no es descartada por Estados Unidos ni por Israel. Fuentes en Jerusalén anticipan posibles atentados de Hezbollah, Hamas o los hutíes, todos con vínculos con Teherán. El Pentágono, por su parte, ya reforzó la seguridad en sus bases militares en Irak y Siria ante posibles ataques.

    El Estrecho de Ormuz

    Otro factor crítico es el Estrecho de Ormuz, clave para el transporte global de crudo. Irán ya obtuvo autorización parlamentaria para cerrarlo, aunque la decisión final recae en Khamenei. Por esa vía transitan cerca de 15 millones de barriles diarios de petróleo.

    Una clausura del estrecho generaría una crisis energética de escala global. Trump ya advirtió que respondería de inmediato si se ejecuta esa acción, y en ese escenario contaría con el respaldo público de Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

    Putin, en un rol inesperado, se ha ofrecido como mediador. El presidente ruso, con canales abiertos con Trump, Netanyahu y el canciller iraní, intenta evitar una confrontación directa. Moscú recibe esta semana a Araqchi y se espera que Putin le comunique las condiciones planteadas por Washington y Jerusalén.

    La situación interna en Irán también influye en el tablero. Khamenei, presionado por sectores más radicales, no puede mostrar debilidad sin comprometer su liderazgo. Esto complica cualquier intento diplomático y aumenta el riesgo de una confrontación prolongada.

    Trump, mientras tanto, ve en esta crisis la posibilidad de debilitar o incluso provocar la caída del régimen teocrático, un objetivo compartido por Israel y algunos países clave de la Liga Árabe. Si Irán responde militarmente, es probable que EE. UU. no se limite a sus instalaciones nucleares, sino que apunte directamente al aparato político-religioso del país.

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